La alcañizana fue una mujer avanzada a su tiempo que luchó por los derechos de la mujer a finales del siglo XIX y principios del XX. Fue escritora, periodista, fundadora y directora de periódicos en España y México, y administradora de sus bienes
El nombre de Concepción Gimeno de Flaquer no sonará más allá de los límites de Alcañiz, donde tiene junto al instituto una calle con su nombre de soltera: Concepción Gimeno Gil (ella se presentaba con el apellido de su marido, como era habitual en la época). Sin embargo, pocos son los que conocen cuáles fueron sus méritos para aparecer en el callejero. La alcañizana fue una pionera del feminismo español que sin embargo ha pasado totalmente desapercibida para la historia. Fue escritora, periodista, directora de periódicos, editora y administradora de sus bienes. En definitiva, una firme defensora de los derechos y la educación de las mujeres.
Sin embargo, al contrario de otras mujeres adelantadas a su tiempo, su figura no ha sido reconocida ni estudiada. Hace un año la teóloga Margarita Pintos de Cea-Naharro publicó su biografía, a la que dedicó tres años y que se puede encontrar en la Biblioteca de Alcañiz además de en las librerías con el nombre «Concepción Gimeno de Flaquer. Del sí de las niñas al yo de las mujeres».
Más allá de esta obra, cuenta con dos calles en Alcañiz y Zaragoza (junto al barrio de Santa Isabel) y un Seminario Interdisciplinar de Estudios de la Mujer de la Universidad de Zaragoza que también entrega un premio de Investigación Feminista.
Periodista que luchó por el feminismo
Gimeno de Flaquer residió y viajó fuera de España, lo que le permitió trasladar a su vuelta los planteamientos feministas de finales del siglo XIX y principios del XX. Reclamaba para las mujeres una educación igualitaria, el libre acceso a todas las profesiones, igualdad salarial, autonomía después del matrimonio, poder administrar las propiedades, derecho al voto, acceso a la medicina…
Para su biógrafa, la alcañizana ha pasado desapercibida para la historia porque su vida fue toda una «provocación» para la vida social de las mujeres de la época. «Como lo hacía desde un estatus social alto y además era muy culta, se lo permitían aunque realmente no querían que saliera adelante su proyecto. Intelectualmente tenía una argumentación muy solida, no era fácil desmontarla y en ese momento los hombres no querían intromisiones», explica. Pintos compara su figura con la que otra escritora coetánea suya que si es reconocida públicamente: Emilia Pardo Bazán. «Concepción escribió, «Emilia ha dado una conferencia y un periodista ha dicho que daba gusto escucharla, parecía un hombre». Sin embargo, la alcañizana parecía una mujer y hablaba para que las mujeres la entendiesen. Creo que esto, en ese contexto era bastante imposible de mantener. Además, se murió en Argentina después de unos años sin vivir en España, les vino muy bien que se fuera y no volviera más», comenta Pintos.
Aunque era liberal en las formas, Concepción era conservadora en su ideología porque estaba al lado de la Casa Real y la burguesía. Por ejemplo, escribía crónicas de las vacaciones de los Reyes en La Granja de San Ildefonso (Segovia). «Se definía como católica y feminista. Sin embargo, como católica no era aceptada por ser feminista y como feminista tampoco era admitida por ser católica».
Su biógrafa la describe como una mujer poliédrica que sabía qué tenía que destacar y de quién y a los demás los obviaba. «Nunca entraba en confrontación con nadie. Era capaz de relacionarse con el clero, los militares, la nobleza…aunque en momentos puntuales cuando se metía con alguien era como un punzón».
Nació en Alcañiz de forma casual
La historia de Concepción Gimeno de Flaquer empieza el 11 de diciembre de 1850. Nace en el Castillo de Alcañiz como Concepción Gimeno Gil de forma totalmente circunstancial. Su padre era un capitán de la infantería de la reina Isabel en las guerras carlistas que procedía de Corbalán (Teruel). Tras su muerte en Pamplona, su madre se instala con Concepción, su única hija, en Zaragoza, donde contrae segundas nupcias con un notario. La escritora se cría como cualquier joven burguesa de la época recibiendo una buena educación e idiomas. Tras graduarse en la Escuela de Maestras de Zaragoza, su madre enviuda de nuevo y ambas se trasladan a Madrid. Antes, con 18 años ya había publicado en la capital aragonesa su primer artículo «A los impugnadores de la mujer, con un discurso bastante agresivo hacia al hombre, al que llama «el sexo feo».
Bien relacionada con la nobleza
En Madrid, funda un periódico, «La Ilustración de la Mujer» y tiene muchas relaciones sociales. Es la época en la que la nobleza y alta burguesía tienen salones donde se reúnen. Dicen de Concepción que lee muy bien en público por lo que en los salones le hacían recitar poesías. Poco a poco se va dando a conocer hasta tal punto que antes de publicar su primera obra, La Mujer Española, llevó al rey Alfonso XII los dos primeros capítulos para que los leyera. En esa época también protagonizó una obra de teatro y le gustaba viajar por España con sus numerosas amigas.
Empiezan a pedirle colaboraciones y escribe en periódicos escritos generalmente por mujeres. A los 29 años, una edad muy tardía para la época, se casa con el escritor catalán Francisco de Paula Flaquer, con el que ya había coincidido años atrás en la citada obra de teatro y en varios periódicos. «Su figura era un poco especial para la época. Al estar casada lo normal es que fuera el marido el director o propietario de los periódicos que dirigió pero no fue el caso. Ella mantuvo su propio monedero y lo invirtió siempre en publicaciones que tenían que ver con las mujeres. Siempre aparecía como directora y propietaria y el marido como colaborador, siempre estuvo a la sombra».
Se marcha a México con su marido
Probablemente se trató de un matrimonio de conveniencia entre dos amigos para poder viajar a México en el año 1883 tras su viaje de novios en Lisboa y una estancia en París para conocer las novedades culturales. Debido a sus buenas relaciones en España, a su llegada a México fue recibida por el presidente del país, Porfirio Díaz. No obstante, Concepción obvia que es un dictador y todo lo que tiene que ver con el régimen. Funda el periódico El Álbum de la Mujer con ayuda del estado, con el que logra una gran difusión entre la burguesía mexicana e importantes colaboraciones. En su casa llegó a tener una importante colección de piezas de la cultura precolombina que causó recelos entre los mexicanos. «No entiendo cómo las pudo conseguir», opina Pintos. En esos años viajó por Centroamérica, donde siempre era agasajada ella, no su marido. «No era la señora de Flaquer, siempre aparecía con nombre propio, algo poco común entonces».
Regresa a Madrid y crea su salón
Debido a problemas de salud, en 1889 regresó a Madrid, donde estuvo hasta 1911. En ese tramo fundó el periódico «El Álbum Iberoamericano, en el que escribían autores españoles y latinoamericanos. En España es muy conocida y da charlas en el Ateneo, a una de las cuales acudió la entonces Princesa de Asturias. Incluso creó su propio salón en el que daba a conocer a mujeres que destacaban en alguna faceta cultural (poesía, pintura, música,…) y tenía una abundante producción literaria. En opinión de Pintos, Concepción destacó por sus ensayos, que llegaron a tener hasta cinco ediciones, pero no por sus libros, que califica de «malos»: «entonces las mujeres solo escribían novela o poesía, era lo que les estaba permitido. El ensayo era cosa de hombres».
Fallece en Buenos Aires
Antes de casarse estaba muy bien relacionada con la masonería aunque no hay ningún documento que pruebe que fuera miembro de ninguna logia aunque sí escribe en una publicación relacionada. «En México si no fuera por la masonería no podría haberse relacionado tan bien», explica Pinto. Precisamente por ello se marcha en 1911 a Buenos Aires con su marido después de visitar París y cubrir un congreso de científicos en Roma. «Se va de viaje con ellos en autobús desde España y va relatando todo lo qua hablan, por ejemplo, su extrañeza porque una mujer entienda de ciencia». En Argentina es invitada por la Asamblea de Mujeres Bonaerenses debido a que empiezan los primeros movimientos feministas. Hasta 1919, cuando fallece, visita numerosos países de América Latina. Un año antes muere su marido sin su presencia en un Hospital de beneficencia. Sin embargo, el fallecimiento de Concepción se produce en el mejor hotel de Buenos Aires y recibe un entierro por todo lo alto y se publican dos grandes esquelas en los periódicos argentinos.