Cuando algunos llevan vaticinando crónicas de una muerte anunciada durante años; otros, la gran mayoría y más poderosos, hacen oídos sordos. Y, después, todo son prisas. Es lo que ocurrió el pasado viernes con el cierre, en apenas tres años, de la Central Térmica de Andorra. La alarma corrió de un medio a otro y de una institución a otra como la pólvora. En unas horas, el presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, rubricó una carta dirigida al presidente del Gobierno Central, Mariano Rajoy, para solicitar una reunión urgente. También el presidente del Partido Popular en la Comunidad, Luis María Beamonte, anunció una reunión con el Secretario de Estado de Energía, Daniel Navia, que, por cierto, se produjo ayer. Además, Susana Díaz defendió la Central en Zaragoza. A los presidentes de los dos partidos con más poder en Aragón les costó un día ponerse en contacto con los máximos representantes políticos. Y no fueron las grandes y multitudinarias manifestaciones de los trabajadores, los encierros, ni los gritos de los vecinos de la cuenca minera turolense lo que les animó a hacerlo: sino una nota de prensa de una formación ecologista que sólo reiteraba lo que el Plan Estratégico de Endesa recogió en noviembre de 2016 y lo que ya trasladó la eléctrica a su accionariado en 2014, que se contemplaban más de 96 millones de euros para el desmantelamiento de la Central andorrana en 2020, fecha en la que la infraestructura deberá estar adaptada a la nueva normativa europea medioambiental si quiere continuar abierta.

Es normal que los vecinos de la comarca se sientan «engañados» por sus representantes y que no entiendan por qué ahora reaccionan llevando a cabo acciones que deberían llevar tramitadas desde hace años. En cualquier caso, éstas siguen siendo palmaditas en la espalda. Muchas palabras que no van acompañadas ni de empleos ni de garantías de futuro. Queda poco tiempo, mucho menos que en 2014. Así que tómenselo en serio de una vez; faciliten servicios, atraigan inversión y preparen el territorio para construir alternativas. Desde luego, sin la ayuda pública será imposible salir de esta.