El incendio de Nonaspe no ha afectado a cascos urbanos ni núcleos habitados, pero sí a campos de cultivo. Se calcula que en la localidad se han perdido unas 300 hectáreas de campos, incluidos frutales, la mayoría quedando «arrasados», con todo lo que esto implica para esta zona del Bajo Aragón-Caspe.
El fuego continúa activo y no es momento de hacer balance de daños pero sin duda las afecciones serán muy importantes, y mantienen en vilo a todo el pueblo. «Los vecinos están desmoralizados porque el incendio ha cogido una zona de mucha plantación joven y está muy fastidiada. Hay muchas fincas que todo lo que son los extremos han sido afectados tanto los árboles como el sistema de riego y hay mucho mal», lamentó Joaquín Llop, alcalde de Nonaspe.
«Se respira tristeza y hay un ambiente de calma tensa, la gente no sabe qué va a encontrarse quemado cuando la dejen pasar a sus finca«, explicó Laura Redondo, técnico de la oficina comarcal de UAGA en Caspe. Redondo conoce con nombres y apellidos a muchos de los que han perdido fincas de cultivo, maquinaria e infraestructuras de riego en la zona de regadío del Plan Estratégico del Bajo Ebro arrasada por las llamas en su avance hacia el término de Fayón. «Hay muchas plantaciones de almendros, olivar y algo de frutal. Son todo pequeñas explotaciones familiares«, señaló.
En la misma línea se mostró este sábado el presidente del Bajo Aragón-Caspe, Cristian Poblador: «Hay abatimiento y desolación al ver cómo ha quedado no solo el monte, sino también las fincas de cultivo y plantaciones de arbolado. Por allí por donde ha pasado el incendio todo ha quedado devastado».
Algunas zonas de regadío han quedado «arrasadas», según explicó el alcalde de Fabara, Francisco Domenech. «Hay agricultores de Fabara que tienen tierras de regadío en Nonaspe. Las mangueras de cultivo han quedado derretidas, los árboles totalmente quemados…», explicó.
Una situación que afecta a un sector primario muy tocado que ve cómo ahora el fuego le arrebata el esfuerzo de años y años de trabajo. «Me lo decía un amigo: te entran ganas de llorar, primero se nos hielan las almendras ahora las que habían quedado se nos queman, ¿pero esto qué es?», concluía Domenech.