¿En qué momento se encuentra?
En verano, relax y familia. Vacaciones y alcaldía no son muy compatibles y ya venía de más veranos trabajando. Y ahora estoy valorando proyectos para dar un cambio a mi vida profesional.
¿Algo que se pueda contar?
No está cerrado. Para mí la vida son etapas, si estoy mucho tiempo en un sitio siento que me pierdo más ámbitos; y en esta nueva etapa quiero abrir otros. He pasado por la alcaldía y tres empresas en las que he estado tres o cuatro años. Me gustan muchos sectores.
Lleva los tiempos de las olimpiadas.
(Ríe) Bueno… ¡pues casi casi! Aunque no te voy a mentir, esta última etapa me hubiera gustado que hubiera sido de ocho años en lugar de cuatro.
Una legislatura se queda corta...
Mucho, porque a partir de ahora podrían verse resultados. Pero acepto bastante bien y rápido las cosas como vienen y en este caso igual.
Es una de las alcaldesas que tuvo que enfrentarse al covid al llegar.
Nos trastocó todo y los esfuerzos no se aprecian hoy porque no son tangibles. No fueron años fáciles, pero lo veo ahora porque en el momento actúas y no piensas. Si había que llamar a los familiares de los residentes para informar, llamaba, o si había que llevar comidas a casas, las llevaba. Mi dedicación ha sido absoluta.
Antes del covid, la borrasca Gloria arrasó. ¿Cómo se vive el derrumbe de una manzana de casas?
Sobre las cuatro de la madrugada me llamó el 112 porque una señora escuchaba cómo se caían unas casas. Rápido bajé y efectivamente, se abrió un tramo de calle y el teniente de alcalde y yo vimos que se caía una. Comenzamos a desalojar. Fue un proceso largo de meses.
Que llame el 112 ya asusta.
No me asustó tanto la llamada porque creo que cada domingo llamaban. La mayoría de las veces era por temas leves.
¿Por qué dejó su trabajo?
Estaba en Recobat -actual Derichebourg- y empecé con reducción de jornada pero sentía que ni estaba en un sitio ni en otro, y que una vez en la vida que iba a ser la alcaldesa de Albalate, mi pueblo merecía todo mi tiempo y mi dedicación. Lo dejé, quizá a riesgo de perjudicar mi vida personal, pero fue una elección consciente y meditada que volvería a tomar sin dudarlo.
¿Alguna iniciativa que le hubiera gustado culminar?
Ver realizado el proyecto que redactamos para el edificio del casino; o los del castillo y la residencia. Estos dos estaban iniciados, pero para el castillo aportamos el proyecto de musealización en realidad aumentada, y para la ampliación de la residencia logramos más subvención de la asignada. Empezamos a diseñar el polígono ampliado, y la última semana vendimos dos parcelas que supusieron más de 400.000 euros de ingresos de los que no podremos decidir su destino.
Creo que el despegue de la promoción turística de Albalate es seña identificativa de su mandato. ¿Coincide?
En cierre de provincias conseguimos incluso mejorar los datos de visitas. Llegó Alfredo Martínez como guía y los propios albalatinos tuvieron una oferta que sedujo porque era una manera diferente de ver lo que vemos cada día. En alabastro también creo que se trabajó bien junto a Santiago Martínez en el CIDA. Me alegra que me hagas esta apreciación, porque uno de nuestros objetivos era hacer el Albalate en el que vivir y del que disfrutar.
¿Y qué pasará con usted dentro de tres años y medio más o menos?
(Sonríe) Pues no lo sé. Voy adaptándome a lo que va surgiendo en mi vida y no suelo decir de esta agua no beberé. Tengo la suerte de que me gustan y me llenan muchas cosas, así que, en una de ellas estaré.
Buena respuesta. La veo tranquila.
Mucho, y también lo estoy conmigo misma. Ha sido un orgullo representar a Albalate como alcaldesa, y es un orgullo representarlo ahora como concejal y con la confianza de tanta gente. De 2015 a 2023 hemos pasado de más de 300 votos a más de 500. En las dos últimas elecciones hubo un giro hacia el centro-derecha y, aunque no nos llegó para gobernar, la gente sí ha reconocido la labor. Además, no soy la primera candidata del PP en Albalate, pero siento que he abierto la puerta para que más chicas jóvenes y preparadas den el paso a presentarse.