Carmen Hurtado reflexiona sobre su llegada al territorio en 1997 para establecer su negocio y crear una familia. Este 2021 ha recogido el Premio ARAME 2020 al Emprendimiento Femenino en el Medio Rural y reclama más ayudas para las mujeres emprendedoras.
Carmen Hurtado, CEO de Ópticas Bajo Aragón, es emprendedora y madre de dos hijos. Llegó hasta Andorra hace 24 años con su marido, Óscar Pérez, con el firme propósito de instalarse en la localidad y crear su propia empresa. Lo hizo embarazada, a tan solo un mes y medio de dar a luz a su primer hijo. Ambos, ópticos-optometristas, se despidieron de la provincia de Alicante para buscar un lugar donde construir su proyecto de vida. Ahora, ese camino que iniciaron con incertidumbre les permite dar trabajo a 15 personas -13 mujeres y 2 hombres- entre los cinco centros que tienen en Alcañiz, Calanda y Andorra, aportando así riqueza a un territorio que sienten suyo. La trayectoria brillante de Carmen la ha hecho merecedora del Premio ARAME 2020 al Emprendimiento Femenino en el Medio Rural, galardón que recogió el pasado mes de octubre.
Hace 24 años, la conciliación parecía complicada para Carmen: no tenía familiares cerca, estaba al cargo de una empresa recién constituida y había arriesgado gran parte de su dinero para poder empezar a cumplir sus sueños en un Bajo Aragón Histórico hasta entonces desconocido para ella y su marido.
¿Cómo recuerdas aquella época?
Guardo un recuerdo muy bonito. Fuimos afortunados de encontrar en Andorra dos personas maravillosas que nos ayudaron y arroparon como padres adoptivos, Raimundo y Teresa. Les estaremos siempre muy agradecidos, ellos propiciaron nuestra entrada en una nueva comunidad de andorranos, extremeños y andaluces que pronto nos hicieron sentir parte de sus vidas. También recuerdo momentos muy duros con 24 años siendo padres, solos en un piso de alquiler sin calefacción y abriendo un negocio que no sabíamos cómo iba a ir… Nos había avalado mi padre a través de un fondo ICO y llegó un momento en el que los números aparecieron en rojo (ríe). Recuerdo que salimos un sábado a colocar carteles por todas las tiendas y repartir bolígrafos por la calle para darnos a conocer, nevaba en las calles vacías de gente y alguien nos dijo – ¡están todos cogiendo olivas!-.
¿Cómo te cambió la vida cuando nació vuestro primer hijo?
Hasta el día de antes del parto estuve trabajando, así que empecé a pensar en cómo me iba a organizar cuando ya tenía a mi hijo Óscar entre mis brazos. Estuve un mes con él y después me reincorporé. Buscamos a alguien que pudiera cuidarlo, porque no teníamos familia aquí, y pudimos abordar la situación gracias a la guardería municipal de Andorra y a nuestra maravillosa primera niñera, Nines, la que fue su segunda mami por muchos momentos…
Carmen, que necesitó del servicio de guardería para poder continuar ejerciendo su profesión, reivindica que la situación laboral de las madres autónomas se tenga en cuenta a la hora de adjudicar las plazas. «Realmente nos hace falta que alguien cuide de nuestros hijos. A veces es fácil encontrar a una persona con la que poder dejarlos, pero otras muchas no. En la guardería siempre tienes esa tranquilidad», defiende.
Lo mismo reclama para la asignación de plazas en los colegios, una medida que considera imprescindible para posibilitar que más mujeres decidan emprender.
Durante el mes que Carmen estuvo de baja maternal no dejó de lado la labor emprendedora que junto a Óscar había iniciado meses atrás. «A veces me acercaba a la óptica y le echaba una mano. Él también estuvo apoyándome en mi faceta de madre porque nadie te enseña a serlo, y más teniendo a la familia lejos. A veces le llamaba y le decía: ¡Óscar, cierra la óptica y ve a por un biberón! Cosas así»» comenta entre risas la Carmen quien todavía recuerda con cariño esa compleja etapa, marcada por la inexperiencia.
A la óptica de Andorra –que ahora también ofrece servicios de ortopedia y audiometría- se han sumado después los centros con los que cuenta Ópticas Bajo Aragón en otras localidades del territorio. Un crecimiento paulatino que ha estado marcado también por el crecimiento familiar. En 2005, momento en el que el centro andorrano -donde siempre ha trabajado Carmen- pasó a estar ubicado en su actual emplazamiento, llegó al mundo Sofía, su segunda hija. En ese momento la empresa ya contaba con algunos empleados y parecía viable poder cubrir la baja maternal de Carmen.
Contratasteis a una joven optometrista para que te sustituyera, ¿qué tal fue?
Cuando se ofreció a trabajar la contratamos y a los días vino a nuestra casa y nos dijo: «Si queréis despedidme, me acabo de enterar de que estoy embarazada». Entonces le contestamos que por supuesto que no y que íbamos a ver cómo nos organizábamos para salir adelante. Nuestros hijos se llevan 13 días y a día de hoy ella es nuestra empleada más antigua.
¿Cómo os organizasteis con dos hijos?
Sofía, al cumplir su primer mes, ya estaba en la guardería de La Malena. Por aquel entonces acabábamos de mudarnos a Alcañiz, así que venía conmigo por las mañanas, la llevaba a la guardería, le daba la leche a la cuidadora y a las tres me la traía a la óptica. Afortunadamente, pronto conocimos a Margarita, el ángel que acompañaría a nuestros hijos miles de tardes yendo al parque a merendar, realizando los deberes, llevándoles a las actividades deportivas y asistiendo a un sinfín de cumpleaños a los que no pudimos ir ya que estábamos ocupados en la óptica. Todavía Sofía nos recuerda que no estuvimos con ella en tantas ocasiones… y tiene razón. Simplemente hicimos lo que pudimos, como tantos padres.
El edificio que alberga la óptica de Andorra se diseñó en realidad para ser la casa de Carmen y aunque no haya vivido en él, en cierto modo ha sido su hogar. En la segunda planta sorprende una gran habitación luminosa, con cocina y zona de estar, cuyos ventanales dan a la calle La Fuente. «Anda que no he comido yo veces aquí… incluso dormido», rememora con sonrisa cómplice. También sus hijos en los primeros años de edad han compartido tiempo con ella en ese espacio.
Las experiencias que ha vivido Carmen como empresaria y profesional han hecho que tenga una especial sensibilidad por las circunstancias y necesidades de sus empleados, que son ante todo, sus compañeros. «Existe una normativa en la que se promulgan unos derechos sobre la madre trabajadora con bebés o niños hasta doce años, pero para mí lo principal es la empatía por parte de ambas partes. Existe el derecho a la excedencia con retorno al mismo puesto de trabajo o misma categoría, o la reducción de jornada, entre otros, pero nosotros vamos un poco más allá y tratamos cada caso en particular, valoramos las necesidades de cada persona y en función de lo que podemos hacer, actuamos», incide. Y es que, como bien reconoce, en el medio rural todas las personas son imprescindibles:
En una pequeña empresa como la nuestra, en la que además la mayoría de los trabajadores son mujeres, no nos podríamos sostener si ellas no estuvieran»
Carmen habla de «empatía», entendida casi como una necesidad de comunicación fluida y bidireccional entre empleador y empleado, construida siempre a base de conversaciones en las que ambas partes exponen su situación. «Nosotros apoyamos totalmente la conciliación familiar, pero creo que debería ser cosa de ambas partes. Tú tienes unos derechos que te pertenecen, pero ese trabajador también debería pensar en qué empresa está, y entre los dos llegar a acuerdos». Acuerdos, señala, a muchos niveles, que pasan por la flexibilidad en los horarios o ante imprevistos puntuales. Basados en la confianza mutua, hacen posible que empresa y trabajadores encuentren puntos en común para satisfacer las necesidades de las dos partes. Un «win to win», como lo define Carmen, que aplican día a día tanto con mujeres como con hombres. Recientemente les ha otorgado el Gobierno de Aragón por segundo año el sello RSA que distingue a las empresas que demuestran su responsabilidad social.
Ahora, por ejemplo, tienen un trabajador cuya hija tiene un año y medio y él también necesita conciliar. «Intentamos equiparar y nosotros valoramos mucho la implicación que tiene esa persona dentro de nuestra empresa. Cuanto más implicado estás, más confías, y más resultados vas a obtener», expone Carmen. La palabra profesional no tiene género y volviendo a la cuestión de las sustituciones por baja de maternidad o paternidad, hay una realidad que se da en el medio rural. Y es que, en los lugares alejados de los polos de formación, a veces es complicado encontrar a personas que puedan sustituir a los profesionales: «Resulta muy difícil encontrar técnicos formados o personas que quieran cubrir determinadas horas en algunos puestos de trabajo. Dan ayudas de sustitución, pero lo complicado es encontrar a una persona cualificada para esas sustituciones.»
Más ayudas
Más allá del concepto tradicional de empresa, en el medio rural la iniciativa privada acostumbra a ser motivo de alegría, porque supone la creación de puestos de trabajo, y, en definitiva, de generación de riqueza en el territorio. La óptica-optometrista reclama más ayudas para que otras mujeres valientes se decidan a emprender, crear empresa y generar empleo estable. Las anima a seguir fieles a sus ideas de negocio, pero pide también que las administraciones sean más sensibles.
Para Carmen es imprescindible seguir trabajando aún más la conciliación con los colegios y favorecer servicios como el desayuno previo escolar y el poder recogerlos más tarde tras las clases. Los ayuntamientos también deben promocionar la conciliación laboral ofreciendo en épocas de vacaciones talleres, campamentos y cursos a los que los pequeños puedan asistir mientras el cole está cerrado. «Es importante que se sientan apoyadas, ellas necesitan que alguien les ayude a cuidar de sus hijos cuando están en su empresa», subraya.
La conciliación no solo ayuda a equilibrar la jornada laboral y familiar, sino que es imprescindible para que los profesionales puedan seguir formándose de manera constante. Carmen encuentra tiempo para estudiar y mejorar y prueba de ello son sus titulaciones. Además de Óptica-Optometrista, es Técnica superior en audiología y audioprótesis, Técnica ortopedista y Máster en actualización optométrica por la Universidad Europea de Madrid.
Carmen se siente privilegiada de poder formar parte de la sociedad bajoaragonesa, de una tierra que les acogió, y que tanto les ha dado. Le brillan los ojos cuando habla del salto al vacío que dieron hace 24 años, y se le dibuja una sonrisa al recordar que su caída ha sido sobre mullido: «El medio rural en el que vivimos es ideal para echar raíces. Nunca me iría a vivir a una gran ciudad, el estrés y la impersonalidad que las caracteriza hace que la vida sea más monótona.»
Enhorabuena Carmen!!! Te lo mereces. Un abrazo muy fuerte.