Quería que su último día de trabajo terminase «sin hacer ruido» pero no pudo ser. Sergio Laborda quería poner el punto final a cuatro décadas detrás del mostrador del bar de Valmuel como si fuera el cierre de un día normal y corriente pero no le dejaron. La clientela le quiso agradecer toda su dedicación presentándose allí el 31 de diciembre a cerrar el bar y el año junto a él. La muestra de ese gesto se queda en la fotografía de grupo en la que todos ríen, aún sabedores de que el retiro de Laborda supone quedarse sin este servicio en el pueblo. Al menos de momento porque desde el Ayuntamiento ya están buscando soluciones.
«Me da pena que ahora nos quedemos sin bar pero ya me ha llegado el momento. Ha sido inesperado porque mi intención era esperar un año pero haciendo cuentas, era mejor antes de que acabase el año», explica Laborda. La premura hizo la llegada de la jubilación algo inesperado para él y para el vecindario, que quiso que la despedida fuera especial. «Si hubiera tenido tiempo, quizá hubiera pensado en hacer algo, pero no era el caso y no me esperaba absolutamente nada para ese día», recuerda. «Yo estaba dentro y me llamaron para que saliera a la puerta, salí y ahí los tenía a todos», sonríe. Allí estaban, en la puerta del establecimiento que hace seis décadas comenzaron a regentar los padres de Sergio, que se desplazaron desde Zaragoza para gestionarlo, y del que hace 40 años se hizo cargo él con su mujer.
Él no pudo mediar palabra, fue Montse Galicia, su esposa y compañera de fatigas en los fogones del bar, la que sí acertó a dedicar unas palabras a los congregados. Con todo, en el tintero quedaron agradecimientos que la familia quiere que consten por escrito. «Intenté hablar varias veces pero solo podía llorar», añade Laborda. Ellos y sus hijos se van con el agradecimiento a toda su clientela; a la alcaldesa, Inma Abadía; a la Asociación de Vecinos El Jaral y a todo el vecindario en general el detalle de acompañarles hasta el último día y entregarles una placa.
En búsqueda de nuevo bar
«Más que merecido» consideran el descanso de los Laborda entre sus fieles clientes, que ya han ingeniado una solución provisional mientras llega la definitiva. En este caso, el bar está integrado en la vivienda particular, por lo que desde el ayuntamiento se están buscando locales municipales. En verano cuentan con el bar de las piscinas. «Ya lo hemos hablado con el alcalde de Alcañiz y la corporación y tenemos varios edificios que se están estudiando por los técnicos con el fin de poder ubicarlo en uno de ellos, es lo mismo que pasó con la tienda hace un tiempo cuando cerró, y ese servicio lo volvimos a cubrir», dijo la alcaldesa, Inma Abadía, quien ha visto a Sergio tras la barra toda la vida. «Da pena pero es normal porque la gente se jubila. En los pueblos nos toca seguir, y lo haremos», sonrió.
Ya están en ello porque, mientras llega la solución definitiva, el punto de reunión es el salón social en el que realizan diferentes actividades a lo largo del año. Con el fin de «no perder los ratos de café» se ha equipado el espacio con cafeteras y algunas máquinas y se ha establecido un horario. «Al menos, y en estas fechas sobre todo, podemos seguir juntándonos y entre unos cuantos nos organizamos para abrir y cerrar y mantenerlo», concluyó Abadía.
Javier dice
Esperamos que el ayuntamiento de Alcañiz, se vuelque,como deber y obligación de acondicionar un local como bar para todo el año, como lugar de reunión,de encuentro para los del pueblo y los de fuera.
Un pueblo sin bar está condenado a desaparecer, esperamos que el ayuntamiento no quiera eso , Valmuel
es Alcañiz.y tenemos que cuidar lo que es nuestro.
Miguel dice
al pabellón