Del Mundo al Bajo Aragón: Marisa Pérez, zaragozana de nacimiento, cambió hace diez años Suiza por Castelnou
Cada poro de la piel de Marisa desprende vitalidad. Se mueve de un lado a otro entre lienzos en un espacio que ha habilitado como taller en el piso superior de su casa. Es una mañana de febrero, una de esas frías y de viento, y ella luce una sudadera ancha y unas mallas. «Si miras ese cuadro parece que todo está claro pero te acercas y ves qué follón de trazos tiene», ríe.
Habla dejando entrever un ligero acento extranjero que no cree que se marche. «Es muy tarde ya y son muchos años los que pasé fuera», cuenta. Marisa nació en Zaragoza pero con solo once años se trasladó con su familia a Suiza. Aunque las visitas a casa no se descuidaron, la vida que ha llevado es plenamente suiza. Hace diez años decidió regresar.
«Quería conocer mi tierra. He viajado mucho y he tenido una buena vida pero quería estar con los míos y vivir y convivir entre mis paisanos porque me fui muy pronto», añade. Se instaló en Castelnou por casualidad. No conocía nada pero buscando a través de internet una vivienda, dio con el pueblo. «Ya llevo años aquí, me acondicioné esta casa y aquí hago mi vida muy tranquila», explica mientras no quita ojo a sus perros.
El nacimiento de una artista
En Castelnou, Marisa se desdobló en MLou. Este es el pseudónimo bajo el que firma los cuadros. Siempre había sentido atracción e inquietud por el arte pero nunca le había dado rienda suelta hasta que llegó una profesora de pintura que es la que apretó el botón detonante para que Marisa sacase a MLou.
«Soy una jubilada pero no soy nada corriente. Necesito acción», avisa. Marisa desempeñó varios trabajos en Suiza pero se jubiló como secretaria de dirección del centro de información de la asociación suiza de seguros privados. «¡Nada que ver con el arte!», ríe. Su inquietud por el arte le hizo apuntarse a las clases en Castelnou. Allí aprendió técnicas y descubrió que lo suyo era lo abstracto.
«Esto es mi fitness», dice al tratar de explicar de qué manera pinta mientras pone un lienzo en el suelo. «Te haces una idea, ¿verdad?», sonríe. Ya tiene una buena cantidad de obras hechas que algunos encajan en la Action Painting, un movimiento que incluye a artistas como Jakson Pollock. Ella agradece semejantes halagos pero advierte de su formación autodidacta. «No soy experta porque me estoy iniciando en este mundo en todos los sentidos».
Aunque le ruborizan, los halagos aumentan. Hasta el 4 de marzo se puede visitar su exposición en la Sala de Arte del Centro de Estudios del Bajo Martín en Híjar. Su presidente y vecino de Castelnou, se lo propuso hace tiempo pero se llevó una negativa de respuesta.
«Casi que me arrepiento de haberle dicho que no entonces porque disfruté mucho en la inauguración y a la gente le está gustando», dice. Los paseos con sus perros por los caminos le sirven de inspiración. «Mira ese cerro. Hay muchas cosas, todas desordenadas pero ordenadas», dice mirando por la ventana para argumentar que la exposición se llame «El orden desordenado de la naturaleza».
En verano expuso en El Quijote de Caspe y lo que viene lleva nombre extranjero, concretamente, Ginebra. Tras mostrar piezas de forma virtual, próximamente expondrá físicamente en la galería de Art Place.
Divina Ibáñez dice
Enhorabuena artista, como me alegro de ver tu creatividad. Un abrazo.