Carlos Carnicer (Zaragoza, 1988) representa a la tercera generación artística de los Cañada. La familia que hunde sus raíces a orillas del Martín a su paso por Oliete, ha asegurado la continuidad de la firma con los nietos del pintor Alejandro Cañada y todo de una manera natural.
«Me he criado entre pinceles pero mi madre hizo conmigo lo mismo que mi abuelo con ella y sus hermanos: no obligar», explica Carlos. Es hijo de Mariángeles y sobrino de Nati Cañada, retratistas internacionales y sus antecesoras en esta sección. Desde muy joven, con poco más de 20 años, imparte clase en el Estudio Cañada, la academia que fundó su abuelo hace 75 años en Zaragoza. «De niño no me veía enseñando pero ha sido una especie de evolución natural porque lo he visto toda mi vida. Después de probar otras cosas, decidí que quería seguir con la academia», añade. Se formó en ello y comenzó a trabajar junto a su madre, quien todavía pasa sus horas en el estudio. «Tras la formación, pasé dos años corrigiendo con ella. Son muchas horas y me ha inculcado esa disciplina y vivir esto como un oficio», comenta. «Me encanta mancharme con la pintura, investigar… disfruto muchísimo de la parte académica y de las otras, soy un afortunado por poder estar en ese estudio», añade.
Este año tocó cerrar las puertas de golpe en marzo y las reabrió en cuanto hubo opción tras el estado de alarma antes de verano por lo que estos meses están siendo intensos, agosto incluido. «Los alumnos han regresado la gran mayoría y es de agradecer. Tenemos mucho espacio pero fue duro recomponerse», confiesa. Carlos mantiene la esencia del Estudio Cañada, esa exigencia de su abuelo que heredó también su madre. «Se enseña técnica como academia que es y hay exigencia. Es lo que hemos defendido siempre conscientes de que es un arma de doble filo», dice. «También nos enfocamos hacia la necesidad del alumno, le guiamos», apunta.
Por el Estudio han pasado nombres como Jorge Gay, Natalio Bayo, Eduardo Salavera y Ángel Aransay, entre otros muchos que de alguna forma volverán a reunirse en breve a través de su obra en una exposición con motivo del 75 aniversario del Estudio Cañada. También se exhibirá un documental homenaje a Alejandro Cañada en el que aparecerán los enclaves cruciales en su vida como puede ser Oliete donde rodará en los próximos días su nieto. «No sé explicar lo que significa Oliete para nosotros. Acabo de volver de una visita rápida y ahora iremos de nuevo… Me descansa el alma allí. Es el inicio y el punto de encuentro al que acudimos toda la familia… ¡y somos unos cuántos, nos hacemos notar!», sonríe.
Artista multidisciplinar
Las tardes de Carlos transcurren en el estudio entre sus alumnos y sus propios trabajos. Está metido en el retrato -como buen Cañada- y continúa un proyecto especial que inició en 2019. Se llama «Retratos merecidos» y los protagonistas son personas referentes que lo merecen por sus acciones hacia el planeta. Desde una persona que ha hecho una acequia para llevar agua a su pueblo en Indonesia hasta otra que ha descubierto una bacteria que se come el plástico. Esta idea surgió a raíz de un dicho de Alejandro Cañada. «Decía que a partir del retrato cien, empezaban a salir. Yo ya tenía unos cuántos pero decidí comenzar a contar y a hacer estos cien», dice.
En el Facebook de Estudio Cañada se pueden ir viendo pero Carlos ha mostrado sus obras físicamente en el Museo Pablo Serrano de Crivillén y en Zaragoza en galerías como las de Pepe Rebollo o Carolina Rojo donde expuso sus obras en joyería, el otro oficio que le apasiona y al que dedica las mañanas antes de ir a pintar. Le llamó la atención siendo estudiante en la Escuela de Artes, se matriculó y le atrapó y desde hace nueve años trabaja piezas únicas bajo el sello Carlito (Carlito.Works en la Red). «Me gusta verlo como pequeñas esculturas, como arte para llevar», reflexiona. Tiene muy presente a su abuelo también en su incursión en la joyería. «Él también tuvo su romance con la joyería. Colaboró con unos cuadros con Bazán, un joyero de Zaragoza, que casualidades de la vida fue el maestro de mi maestro… Las vueltas que da la vida», sonríe. Ama ambos oficios pero separa sus perfiles. La joyería es un complemento a su modo de vida pero la pintura es otra cosa. «Básicamente es que sin pintar no puedo vivir», concluye.
FERNANDO PÉREZ ANIENTO dice
Soy de la segunda generación de los Aniento mi madre fue la última hija Alicia. Mis abuelos de 0liete JUAN (ANIENTO) y MARCA Tenían la tienda de todo el pueblo
Tu segundo apellido me suena habérselo escuchado a mi madre creo que emparementado por parte de tu abuelo hermano quizá Cesar de mi madre y hermano por el que fuera mi tío Emilio
Dentro de mis actuales 85 años tengo bastantes referencias de temas del pueblo
Cuando tenía creo 4 o 5 años estuve la última y única vez en el pueblo en la matacia de un tocino
Si tienes interés te ofrezco contarte algunas cosas como que un tío mío casado con la hermana Pilar de mi madre formo parte de la construcción del pantano de Fueradada (Félix Mañas)
Mientras recibe mi saludo
FERNANDO PÉREZ ANIENTO dice
Mi felicitación a los participantes de la cosecha de higos y muy bien con la vestimenta de la tierra con el sabor de verdad sin los colorido que hora falsean el folclore en fiestas multitudinarias, por ejemplo para El Pilar