Gervasio Sánchez, fotoperiodista que ha retratado los horrores del mundo, es la persona designada como pregonera de las fiestas de Alcañiz. Como tal, el pasado sábado, Sánchez pronunció el discurso desde el escenario de la plaza de España, llena para presenciar el acto de presentación de las reinas y damas. Conoce Alcañiz, ciudad a la que está vinculado personalmente, y en la que ha expuesto sus fotografías y realizado ponencias y conferencias. En el pregón, además de anunciar las fiestas, desgranó conflictos en el mundo e invitó a reflexionar sobre ellos y la realidad social.
Está ligado a Alcañiz, localidad de origen de su pareja, Carmen Maldonado, desde que la conoció en 1985, ¿cómo ve la ciudad y su evolución?
Al igual que ha pasado en todo Aragón, Alcañiz ha mejorado, como es lógico. Quizás lo que más ha cambiado en estos 40 años es el número de nacionalidades distintas que hay, 69 en la actualidad. Un 10% de la población es de origen rumano o marroquí. La emigración siempre enriquece aunque lo negativo siempre aparece antes que lo positivo en los medios y su impacto es superior.
¿Qué proyectos tiene en marcha?
En 2023 voy a presentar ‘Vidas Minadas 25 años’, un proyecto sobre víctimas de minas antipersona fundamental en mi vida profesional que empecé en 1995 y que presenté por primera vez en el 97. Después hice ‘Vidas Minadas’ 5 años, 10 años y ahora he estado hablando con los mismos protagonistas. La pandemia ha retrasado el proyecto un año y en octubre de 2023 comenzará su itinerancia en la Lonja de Zaragoza. Preparo este proyecto para recordarle al mundo que las consecuencias de un conflicto duran décadas. Quedarte ciego o perder las piernas por la explosión de una mina es para siempre. Un conflicto no termina cuando se firma un tratado de paz. Las consecuencias de la guerra de Ucrania van a sufrirse durante años o décadas. Los conflictos de los Balcanes de los noventa todavía hoy están presentes en la población de manera muy dura.
Ha dicho públicamente que no quiere hablar en profundidad de Ucrania porque no ha estado allí, ¿cómo valora la cobertura de los medios españoles?
No me gusta hablar de conflictos que no conozco personalmente. En España ya hay mucha gente hablando como si fueran expertos. Me cansa este ejercicio permanente de mirarse el ombligo por parte de tertulianos clásicos que hablan de todo y no saben casi de nada. Son todólogos de la comunicación, incluso periodistas que adulteran su propia trayectoria. No he estado en Ucrania porque tenía otros viajes planificados y no podía cambiarlos porque estoy trabajando en este proyecto de ‘Vidas Minadas’ y también he pedido una acreditación de prensa al Ministerio de Defensa ucraniano que no acaba de llegar. No obstante, el de Ucrania es un conflicto más de los vinculados a una salida errónea del fin de la Guerra Fría. Se evaluó como un triunfo de una de las potencias, EE.UU; sobre la perdedora, la Unión Soviética, hoy Rusia. Ese triunfalismo hizo que no se viera con claridad que las tensiones se podían volver a reproducir. A veces el orgullo de un pueblo y la manipulación de sus autoridades y de la historia puede producir un monstruo. Esto es lo que ha ocurrido. Los occidentales liderados por EE.UU. han actuado con Rusia como el perdedor interesados solo por sus materias primas y eso ha provocado que haya reaparecido el orgullo ruso, muy muy manipulado por el presidente Putin. Además, el problema es que parecía que no se sabía lo que estaba pasando. Los rusos han estado bombardeando Siria durante ocho años sin contemplaciones y no recuerdo una puta repulsa. Lo digo claro, una puta repulsa de ninguna autoridad europea. Estaban bombardeando al ISIS, a los extremistas fundamentalistas islámicos en Siria apoyando al gobierno de Al-Assad, que viola sistemáticamente los derechos humanos. Se han hecho prácticas mortíferas matando a miles y miles de ciudadanos inocentes y los europeos han mirado hacia otro lado. La guerra de Ucrania no comenzó ayer, el conflicto del Dombás lleva desde 2014. ¿Dónde estaban los europeos? Mirando hacia otro lado. Ya pasó en los Balcanes en los 90. Allí sí que estuve y puedo decir con seguridad que lo que pasó es casi una repetición de la jugada. Ucrania no es un país de África ni de Asia, es un problema europeo como lo fue la antigua Yugoslavia y los políticos y diplomáticos de Europa vuelven a mostrarse con una mediocridad y una incapacidad absoluta para adelantarse a los acontecimientos. Esto es muy grave y peligroso.
¿A los ciudadanos nos interesa conocer realmente lo que pasa en Ucrania más allá de lo novedoso de los primeros meses al ver una guerra en Europa?
Los europeos nos miramos el ombligo y solo nos afectan los problemas cuando nos perjudican económicamente. Ahora estamos preocupados porque los ciudadanos vamos a pagar en la factura el serio problema con el gas, la electricidad y los carburantes. No se puede vivir creyendo que somos los mejores y hemos alcanzado altísimos niveles de democratización y luego estar haciendo negocios con dictadores y países que violan permanentemente los derechos humanos para evitar que se abran las compuertas de la emigración y que aparezcan de repente centenares de miles de migrantes en nuestras fronteras. Todo esto ocasiona que vaya pasando el tiempo y no se tomen decisiones hasta que pasan los acontecimientos. Le preguntas a cualquier europeo cuándo comenzó la guerra de Ucrania y te dice que en febrero y realmente empezó en 2014. Pasó igual en los Balcanes. Lo que más me dolía cuando volvía de la guerra de Croacia, la de Bosnia o la de Kosovo fue el desinterés absoluto por parte de la población europea, española, aragonesa y zaragozana. En 2003 muy bien influidos por intereses políticos salieron miles de personas a gritar ‘no a la guerra de Irak’. España fue el país en el que más gente salió a la calle y también había un conflicto político de los dos partidos mayoritarios. Me preguntaba entonces por qué esa misma gente no salía a gritar contra la guerra de Yugoslavia. Pasa lo mismo con la guerra de Siria, Afganistán, Yemen, Irak u otros conflictos en África que si hiciéramos una lista nos quedaríamos con la boca abierta. Es un problema de ombliguismo. Hemos conseguido unos niveles de desarrollo bastante elevados y eso ha producido una idea totalmente falsa de que ya hemos logrado nuestros objetivos. El mundo está interrelacionado y cualquier problema que ocurra en un país puede afectar a la economía de los que están a miles de kilómetros.
Al comienzo de la guerra los medios mandaron a sus periodistas estrella y ahora la cobertura es infinitamente menor, ¿hubo espectáculo?
Siempre hay espectáculo en los conflictos. Pasó el año pasado en Afganistán cuando los talibanes tomaron el poder. Apareció una especie de hoguera de vanidades en la que un montón de gente intentó hablar de un país que no conocía. He estado decenas de veces en Afganistán desde 1996 y me quedaba estupefacto de algunas de las estupideces que se decían en los medios. Además, Ucrania es un país gigantesco y el conflicto se está desarrollando en algunas zonas y en otras no ha pasado nada. Muchos periodistas hacían el paripé mostrando que estaban retransmitiendo el conflicto cuando estaban a decenas de kilómetros los más cercanos y a centenares los más alejados. Para trabajar así mejor quedarse en Madrid.
¿Cómo valora el trato a los refugiados? ¿Se ha ayudado con los autobuses o hay quién se ha aprovechado para sus intereses?
El voluntarismo y la necesidad de ser generoso se despiertan cuando ocurren este tipo de tensiones. Ha pasado toda la vida. Entre que se haga algo o no se haga nada mejor lo primero. Lo que me gustaría es que este compromiso por parte del ciudadano con Ucrania hubiera sido visible en otros dramas como el de la emigración. Una parte importante de los millones y millones de seres humanos que huyen de África, Afganistán, Irak o Siria escapan de guerras más salvajes que la de Ucrania. Conflictos que llevan décadas. La de Siria empezó en 2012 y hay ciudades que están aniquiladas y prácticamente la mitad de su población se ha tenido que marchar de casa. Me sorprende que de repente se nos active el sentimiento de solidaridad con una rapidez inusitada y luego no tengamos esa solidaridad con otros graves dramas. Está muy bien que se vaya a buscar refugiados y que las ONG pidan dinero para dar soluciones al minuto pero me extraña que ocurra solo con un conflicto. ¿Por qué en 2003 hay que protestar contra EE.UU. por la guerra de Irak y luego nos olvidamos de la inoperancia, el cinismo y la hipocresía de los europeos ante la guerra de Yugoslavia? Es lo que me hace desconfiar de por qué este tipo de situaciones ocurren. Me parece una especie de moda que de repente tengamos que salir a la calle a decir no a la guerra y apoyar a los ucranianos cuando nos hemos olvidado de gritar contra todas las guerras anteriores y posteriores y hemos dejado de apoyar a millones de inmigrantes en situaciones mucho más dramáticas que los ucranianos, que pudieron salir porque tenían fronteras por todas partes sin impedimentos. Dos o tres meses antes hubo un problema gravísimo en Bielorrusia y los polacos cerraron las fronteras a cal y canto. Golpearon durísimamente a los extranjeros, la mayor parte subsaharianos e incluso afganos y sirios que intentaban entrar en Europa a través de Polonia y de repente unos meses después se abrieron las fronteras para todos los ucranianos. ¿Cuál es el listón? ¿Quién decide cómo tratamos las situaciones dramáticas? ¿Quién guioniza nuestra percepción de un conflicto y guioniza que hay que protestar ahora y no mañana? Lo hacemos en función de intereses políticos según el guión que establecen algunas personas que suelen manipular muy bien los sentimientos generalizados.
Dijo recientemente en una entrevista que tenía claro que en lo que le queda de vida no iba a conocer un mundo más pacífico que el actual.
Los de mi generación fuimos testigos, y yo casi me lo creo, de que el mundo se iba a pacificar e iba a mejorar tras la caída del muro de Berlín como símbolo del fin de la Guerra Fría. Sin embargo, se incrementó la violencia y se colocaron en el mercado millones de armas que se habían acumulado porque muchos países se habían armado hasta los dientes. De repente las guerras se dispararon y ahora estamos en una situación parecida de nuevo. Solo entre las antiguas Yugoslavia y Unión Soviética suman 15 y 20 conflictos armados y en el cuerno de África, varias tensiones que estaban perennes saltaron en mil pedazos porque Etiopía era prosoviética y Somalia pro EE.UU. Ahora con la crisis de Ucrania la única decisión de la inmensa mayoría de los socios de la Unión Europea, con grandes niveles de hipocresía y cinismo, es incrementar la compra y venta de armas ante el oso ruso. De hecho, uno de los problemas más graves que va a tener la coalición PSOE-Podemos es pactar la financiación del Ministerio de Defensa. Por otra parte, los europeos hemos olvidado que la OTAN es un organismo funcional de EE.UU; que es quien pone el dinero, las armas y pega el puñetazo encima la mesa de las intervenciones. No se puede ir por el mundo creyendo que la UE un gigante económico y luego carecer de un músculo militar para tomar decisiones de forma autónoma.
¿Esto a dónde nos lleva?
Los países europeos se van a armar hasta los dientes. ¿Después qué vamos a hacer con las armas? Vamos a montar pequeñas guerritas por el mundo para distribuirlas como hemos hecho desde 1989. Las grandes potencias son las que muchas veces por sus comportamientos provocan los conflictos regionales. Evidentemente que hay tensiones entre grupos étnicos, religiosos e incluso formas distintas de pensamiento político, pero muchas veces detrás de cada conflicto hay un interés por parte de las grandes potencias. Los franceses, alemanes, británicos, españoles, estadounidenses, rusos y chinos no se pasean por África por amor al africano sino para hacer negocio a cualquier precio financiando a dictadores para mejorar los contratos. Esto es de primero de carrera diplomática.
Urraco dice
Gervasio es brillante. Y tiene más razón que un santo.
Antonio German Torres dice
Don Gervasio:
Ya era hora de que alguien dijera estas verdades como puños. Lo que más me ha gustado de su artículo es el titulo: como usted bien dice «ser demócrata es no hacer negocios con dictadores». Ojala que nos pudiera citar algún «demócrata» que no hace negocios con dictadores.
Gracias por su valentía.
Un cordial saludo
Pili dice
Pero este de donde ha salido y que pinta en Alcañiz?
Será del PSOE, seguro.
jorge puyol estaña dice
….cuanta falta hace gente como Gervasio Sanchez ,y que pocos hay.
Jose dice
Pero este señor es de Alcañiz?
Creo que todos hacemos falta.
La cuestión es trabajar por el bien de todos.