Los vinos de la IGP Bajo Aragón, garantes del sabor de nuestra tierra

Javier Azuara

Presidente de Vinos Indicación Geográfica Protegida (IGP) Bajo Aragón

TRAYECTORIA VINOS IGP BAJO ARAGÓN

A finales de la década de los 90 surgía la voluntad de constituir una figura que pudiese acoger a varias bodegas de la zona del Bajo Aragón a fin de crear una seña de identidad propia. El camino llevó a estos productores de vino a la constitución finalmente en 2012 de Vinos IGP Bajo Aragón, que inicialmente se llamó Vinos de la Tierra del Bajo Aragón.  La IGP ha sido reconocida con premios de gran prestigio a nivel nacional e internacional, el del Concurso Garnachas del Mundo o los Premios Zarcillo. En estos momentos desde la IGP buscan dar un paso más y constituirse en una Denominación de Origen, un largo camino que ya han empezado a transitar.

En el campo la naturaleza ha seguido su curso y con ella los cuidados y trabajos que permitirán que la próxima cosecha esté en tiempo y forma. Además, las perspectivas son buenas debido a las abundantes lluvias de esta primavera. «Se prevé muy buena cosecha pero ahora lo que hace falta es vender el vino que tenemos para introducir el nuevo», asevera Javier Azuara, presidente de Vinos IGP Bajo Aragón.

Mientras, en las bodegas se ha aprovechado el parón para adelantar trabajo a fin de que todos los vinos –tintos, blancos y rosados- estén listos para su comercialización. En este punto se espera desde la IGP volver a caminar muy pronto de la mano de la hostelería del territorio. «Ya ha empezado a funcionar, despacio, pero ha empezado. Confiamos en que esto sea pasajero y volvamos a la actividad normal pero quizá sirva de acicate para buscar otros canales e incluso tratar de salir al exterior», expone Azuara.

Adaptarse a las medidas de seguridad que el Covid-19 ha traído a nuestras vidas no ha sido complejo para las bodegas de la IGP. Generalmente se trata de instalaciones de tamaño considerable y con pocos trabajadores, por lo que el distanciamiento interpersonal está asegurado.

«Se cumple el protocolo de seguridad: trabajar con mascarillas, geles… no hay problemas. Además el tema de la limpieza es algo que siempre se ha venido trabajando bastante aunque quizá ahora sí se ha intensificado», explica Azuara. Situación similar en los viñedos, donde también se busca la seguridad como una máxima imprescindible, al igual que la calidad en la uva.

«Confiamos en que esto sea pasajero y volvamos a la actividad normal, pero quizá esto sirva de acicate para buscar otros canales, e incluso tratar de salir al exterior»

Apostar por la calidad y trabajar para convertirse en una D.O.

Que el Bajo Aragón Histórico es tierra de vinos no es ningún secreto. Garante de ello es la Indicación Geográfica Protegida, que aglutina a una treintena de las bodegas que han estado vinculadas al territorio y han sabido sacar de él sus mejores caldos. Muchos son los retos que se tienen por delante, pero todos pasan por elaborar vinos de calidad e intensificar su promoción en el propio territorio. No obstante, la crisis del Covid-19 sí ha cambiado algunas prioridades y ha paralizado algunos planes dentro de la IGP. Uno de ellos es su gran apuesta para los próximos tiempos: dar el salto y convertirse en una Denominación de Origen, camino que ya empezaron hace varios meses pero que se ha visto en cierto modo paralizado por las circunstancias.

No es el único reto venidero, puesto que el confinamiento y la imposibilidad de realizar desplazamientos en las primeras semanas del estado de alarma han demostrado la importancia de la digitalización y la venta online. En ello están también las bodegas de la IGP, a fin de tener un canal digital eficaz y acorde a los nuevos tiempos.

Vinos IGP Bajo Aragón

«Afectar ha afectado mucho, sobre todo por el parón de la hostelería. Ahí ha habido una pérdida muy significativa de las ventas. Las bodegas lo han intentado paliar con la venta online pero todavía supone un porcentaje pequeño de la comercialización», reflexiona. Una vía, la virtual, que podría ser una «oportunidad» de futuro para las pequeñas -y no tan pequeñas- bodegas que están ligadas al territorio.

En total, la producción media de las bodegas de la IGP sobrepasa de manera anual los dos millones de kilos de uva. Tras ellos, voluntad y esfuerzo de los productores por extraer de nuestro territorio el mejor sabor. Y más si cabe en estos momentos, donde lo local se ha descubierto como un valor para nuestra sociedad. Algo que podría beneficiar de algún modo a esta entidad, que ya piensa en lanzar en un futuro cercano una campaña en base a estos cimientos. «Para nosotros es muy importante que tanto el público en general como los establecimientos de hostelería se convenzan: tienen aquí un gran producto para que puedan trabajar y no tiene nada que envidiar a vinos de otras regiones mucho más conocidas», concluye.