Al menos dos empresas ubicadas en el Matarraña habrían sido víctimas de las estafas informáticas bancarias en los últimos meses. La última denuncia al respecto se produjo hace tan solo un mes. No obstante, según fuentes oficiales, hace un año se denunciaron unos hechos similares en otra empresa del Matarraña. Varios rumores apuntan a que en uno de los episodios la víctima fue objeto de una estafa de en torno a 50.000 euros. Sin embargo en otra de las denuncias se habla de hasta medio millón de euros. Al parecer, los estafadores falsificaron las tarjetas de crédito de sus empresas víctimas utilizando diferentes procedimientos que, hasta el momento, no han trascendido.
El denominado «Equipo @» de delitos informáticos de la Guardia Civil investiga los hechos. se desconoce, de igual modo, si los estafadores conocían el territorio o si por el contrario la estafa podría llegar incluso desde fuera de España. Desde la Benemérita hicieron un llamamiento para extremar las precauciones. Subrayaron que pese a que la provincia de Teruel no destaca por una elevada tasa de delitos de este tipo, sí que reconocieron que se trata de un fenómeno global al que tampoco escapa el medio rural. En el cómputo general de España se registraron en 2021 305.000 delitos de este tipo, tal y como recoge el Sistema Estadístico de Criminalidad.
Ambos delitos informáticos podrían haberse cometido a través de la denominada técnica del «phishing». Se trata de un término informático que distingue a un conjunto de técnicas que persiguen el engaño a una víctima ganándose su confianza haciéndose pasar por una persona, empresa o servicio de confianza (suplantación de identidad de tercero de confianza), para manipularla y hacer que realice acciones que no debería realizar (por ejemplo, revelar información confidencial o hacer click en un enlace). Actualmente se emplea también una variante denominada «smishing» -suplantación de identidad a través de SMS- y que es muy popular entre los ciberdelincuentes, y cada vez se desarrollan amenazas más sofisticadas. Ya no se dirigen solo a los clientes de las grandes instituciones financieras, y también hace tiempo que quedaron atrás aquellos mensajes con faltas de ortografía o en un idioma incorrecto que permitían a los usuarios darse cuenta de que algo no iba bien. Actualmente, se recurre al uso de un lenguaje casi perfecto y sitios web falsos, que, incluso para los expertos en la materia resulta casi imposible percibir, a simple vista, si estamos ante un mensaje falso o uno real.
Decálogo para la prevención
Desde la Guardia Civil explicaron que lo más importante es que las contraseñas que los usuarios utilicen para sus transacciones deben ser robustas, con una longitud entre 8 y 10 caracteres, mayúsculas y minúsculas y combinar números y algún caracter especial. Además hay que cambiar las contraseñas con frecuencia. De igual modo alertaron de que nunca hay que abrir enlaces recibidos a través de correos electrónicos o SMS de orgien desconocido. En cuanto a las páginas en las que llevar a cabo transacciones, deben finalizar con un «https://» e ir precedidas de un candado.
Tambi´´en las wifis pueden ser un coladero de datos. «Hay que desconfiar de las redes abiertas fuera de lugares oficiales», alerta un agente del «Equipo @». La benemérita también subrayó que los terminales móviles deben estar bloqueados con algún tipo de patrón y deben estar actualizados. También subrayaron del riesgo de no utilizar programas oficiales y app legítimas. Recordaron que todos los dispositivos deben ir equipados con un antivirus. Por último apuntaron a que nunca hay que facilitar ningún dato personal por teléfono. «Ninguna entidad pública ni privada va a solicitarles nunca contraseñas de acceso, código PIN o datos personales del teléfono», matizaron desde el citado Equipo.