Al costado de una piedra, entre unos matorrales, a los pies de un árbol, en la cima de una montaña…cualquiera de estos lugares podría esconder un tesoro. Pero no, no ese tipo tesoro pirata oculto en un viejo cofre y enterrado bajo la arena de una desértica playa. Aunque en ocasiones, también difíciles de encontrar, los geocachés o cachés son los tesoros más preciados para los aficionados del geocaching, un juego que consiste en encontrar cajas con la ayuda de una app móvil y un GPS.
Con casi tres millones de tesoros escondidos por todo el globo, los geocachers, como se llama a los que practican esta actividad, son ya toda una comunidad global de jugadores repartidos por 191 países. El objetivo del geocaching, aunque no el principal, es encontrar esos tesoros. Unas veces con la ayuda de un GPS y otras, a través de distintas pistas, que junto al ingenio del jugador, le lleven hasta el caché. «Es una actividad que en la que solo se necesita móvil con GPS, una app, y muchas ganas de pasarlo bien», explica Laura Lasala, responsable del Área de Juventud de la Comarca del Bajo Martín.
Los cachés, tesoros escondidos en lugares turísticos
Algo más importante que encontrar el caché, es la ubicación. «Los geocachés no se esconden en cualquier sitio; las localizaciones se seleccionan por el interés y la relevancia turísticos del lugar», comenta María Gascón, coordinadora de OcéanoAtlántico del Bajo Aragón, principal promotora del geocaching en la zona. En las siete comarcas del Bajo Aragón Histórico hay casi 350 tesoros repartidos por diversos lugares: en la ribera del Guadalope, en Alcañiz; en la vieja estación de tren, en Castelserás; en el barranco del Mortero, en Alacón; en la ermita de Santa Bárbara, en Valjunquera, etc.
No solo las localizaciones varían, sino que también lo hace el propio tesoro. «Los cachés pueden ser y estar contenidos en soportes de los más variado: fiambreras con un lapicero, casetas de pájaro con souvenirs de la zona, etc.», relata Gascón. No obstante, todo caché debe contener obligatoriamente un libro de registro o logbook en el que se toma nota de quién y cuándo ha encontrado el tesoro.
Geocaching, más que un pasatiempo al aire libre
El geocaching no es solo un pasatiempo. Puede practicarse en solitario, aunque lo habitual es hacerlo en grupo. «Es una actividad pensada para la familia, aunque la mayoría de los jugadores son adultos», explica Gascón. Numerosas son las iniciativas que se están llevando a cabo en el Bajo Aragón con relación al geocaching, desde talleres, como el del pasado 1 de julio en Albalate del Arzobispo y el del 8 de julio en La Puebla de Híjar, hasta iniciativas particulares en redes sociales a través de la etiqueta #geocachingbajoaragon.
No hay que ser un experto para lanzarse a buscar tesoros. La dinámica del geocaching es muy sencilla y se desarrolla a través de la aplicación, que se llama como el propio juego. A través de ella, cualquiera puede esconder y publicar su propio caché. Una vez te hayas registrado, la app te muestra un mapa con las localizaciones de los tesoros y las indicaciones de cómo llegar hasta ellos. Aunque estas indicaciones varían según la modalidad a la que juegues, ya que el geocaching tiene distintos modos de juego.
El tipo de geocaching que más se practica es el tradicional. Consiste en un contenedor o caja física de tamaño variable, con su libro de registro, y que contiene objetos que puedes coger, aunque, a cambio, debes dejar otro objeto para el próximo jugador. A diferencia de otros modos de juego en los que debes adivinar a través de acertijos la ubicación del caché, aquí, ya viene dada. En total, existen 11 formas distintas de practicar geocaching.
Una actividad para toda la familia
En tiempos de pandemia, el geocaching puede ser una alternativa a los deportes de contacto. «Es una manera de hacer deporte al aire libre, y además, sin riesgo», afirma Laura Lasala. En el Bajo Aragón, la mayoría de cachés están localizados en diversos entornos naturales, con distintas posibilidades de acceso, que marcan la dificultad de la búsqueda. Desde un nivel 1, que indica que el caché está localizado en una zona de fácil acceso, hasta un nivel 5, que indica que la ubicación es de difícil acceso.
«El geocaching une varias cosas: conocimiento del entorno, actividad física y combinación del ingenio de cada persona en la búsqueda», explica Lasala. Esta actividad cada vez suma más jugadores en el Bajo Aragón. En septiembre se celebrará «La Agüela Endgame», un macro-evento que reunirá durante tres días a jugadores de todos los rincones del territorio en distintas actividades. «En nuestro territorio, el Geocaching está pensado para atraer al turismo e implicar a la juventud en el desarrollo de sus localidades», glosa Gascón. El geocaching llega para dar a conocer, a través del deporte y la aventura, los rincones de las comarcas a través de la búsqueda de estos cachés.
Tesoros accesibles y al aire libre
El principal valor del geocaching es la búsqueda de tesoros, una actividad que suele practicarse en grupo, o por lo menos, eso es lo recomendable. En la mayoría de los casos, estos tesoros o cachés se esconden en lugares públicos y por lo tanto, accesibles para todo el mundo. Esto es sin lugar a dudas algo positivo: cualquiera puede descubrir y registrar el descubrimiento de un caché. Sin embargo, en ocasiones, esto puede volverse en contra de la dinámica participativa del juego.
Muchos cachés, al situarse al aire libre y en lugares, en ocasiones, vistosos, pueden ser vandalizados por muggles (como se conoce a aquellas personas que no practican geocaching pero que descubren la localización de un caché) o simplemente sufrir las inclemencias de un mal temporal. Cualquiera de estas dos cosas podrían alterar la localización de un caché o, en el peor de los casos, hacerlo desaparecer del mapa. Sin embargo, hay más razones por las que un caché no se encuentre en la ubicación en la que buscamos. Hay ocasiones en las que el dueño de un caché retira temporalmente el tesoro de su ubicación para hacerle mantenimiento, esto es, limpiarlo, cambiar la hoja de registros o sencillamente porque va a cambiar el caché. Otra razón más habitual es que nuestras dotes rastreadoras no estén del todo afinadas, y por lo tanto, consigamos dar con él. Lo que más importa es, sobre todo, disfrutar del entorno y no perder la calma si no damos con el tesoro.
El éxito del geocaching podríamos decir que está sujeto a la responsabilidad colectiva. Responsabilidad que se construye gracias a la comunidad geocacher mundial. Los jugadores a través de la aplicación pueden avisar tanto al propietario del caché, como a otros jugadores, de cuál es el estado actual de ese tesoro. Así, si alguno está vandalizado, podemos dar la voz de alarma para que el dueño lo reponga.
El Bajo Aragón Histórico esconde más de 300 objetos que aguardan en emblemáticos espacios naturales y urbanos a ser descubiertos por algún geocacher aventurero. Porque el geocaching no es tan solo un deporte, sino también toda una atracción turística dinamizadora de los territorios bajoaragoneses.