Operarios trabajan día y noche para reparar la infraestructura y estabilizar los suelos arcillosos sobre los que es asienta
Nuevo contratiempo en las obras de la N-232 a su paso por el Matarraña. Un desplazamiento en el viaducto de San Bernardo habría hecho mover la estructura del mismo varios centímetros, comprometiendo así la estabilidad de la infraestructura recientemente construida.
A falta de que el Ministerio de Fomento facilite los datos técnicos de la incidencia, al parecer varios movimientos de tierras habrían hecho que la estructura se desplazase 9 centímetros, imposibilitando así su definitiva conclusión y puesta en marcha. Por ello durante los últimos días la empresa adjudicataria está trabajando día y noche en estabilizar la estructura, inyectando hormigón y procediendo a rectificar el inesperado desplazamiento.
Tampoco ha trascendido el coste de la reparación aunque, distintas fuentes consultadas, apuntan a que la reparación podría requerir una inversión elevada.
Pese a tratarse de un suelo no especialmente inestable geológicamente hablando, lo cierto es que los nuevos terraplenes y buena parte de los terrenos arcillosos sobre los que se asientan las zapatas de sujeción de los pilares del viaducto, suelen ser sensibles a los cambios de humedad, especialmente después de producirse lluvias y periodos de sequía, por lo que, bajo esas condiciones, sí pueden mostrar rasgos de inestabilidad.
El viaducto de San Bernardo está situado en el término de Torre de Arcas, en el extremo Sur del tramo de Ráfales al límite con la provincia de Castellón, actualmente en obras. Tiene 300 metros de longitud y permite salvar el barranco del que toma el nombre a unos 20 metros de altura máxima. Una vez se ponga en marcha permitirá ahorrar a los conductores 550 metros de trayecto evitando 7 curvas, algunas de ellas de más de 90º y sin visibilidad. Se trata de una de las infraestructuras más espectaculares de todo el recorrido, aunque no la de mayor magnitud. En el otro extremo del tramo actualmente en obras, a 12 kilómetros hacia el Norte del mencionado puente, se encuentra el viaducto de la Val de Luna, de 800 metros de longitud y una altura sobre el nivel más bajo de 45 metros y que permitirá evitar hasta 17 curvas, muchas de ellas de 180º. Asimismo el recorrido cuenta con los túneles de Monroyo y la Consolación de 455 metros y 250 metros respectivamente.
Segundo incidente en un año
Cabe recordar que justo hace ahora un año las obras del tramo de la N-232 en cuestión sufrieron un grave contratiempo con el desplome del talud Sur del túnel de la Consolación. El derrumbe se produjo después de un temporal de nieve y lluvia lo que provocó que el suelo arcilloso sobre el que se construyó el muro de hormigón, cediese y se desplomase sobre la boca del túnel.
Finalmente el talud fue reparado a finales de verano y aunque no se han producido nuevas incidencias, sí que se observa algún pequeño desconchón sin que, hasta el momento, parezca tener mayores consecuencias.
Todo ello después de que el Ministerio de Fomento retrasase por tercera vez, desde que se retomasen los trabajos en 2015 tras 20 años de paralizaciones, la fecha de finalización de las obras, prevista inicialmente para verano de 2017. A principios del pasado año Fomento retrasó la entrega de la obra a abril de este año. Y finalmente el ministro Íñigo de la Serna anunció en diciembre que la puesta en marcha del nuevo tramo de carretera se produciría durante el verano de 2018.
Por su parte y tras el desbloqueo de la reforma de los tramos todavía pendientes entre Morella y Vinaroz, continúan las obras en el Puerto de Querol, en la provincia de Castellón y se prevé que finalicen en 2020.
lisardo dice
Quieren ahorrar costes y termina costando el doble.
No soy rico para comprar barato.