Tres personas trabajan en la recuperación de varias pinturas encontradas en el Convento de las Agustinas
El Convento de las Monjas Agustinas de Mirambel reabrió sus puertas en febrero del pasado año después de mucho tiempo cerrado. La rehabilitación del edificio fue posible gracias al empeño del Departamento de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón y al Fondo de Inversiones de Teruel (FITE) y ahora, un grupo de restauradores trabaja en la recuperación de varias pinturas murales que aparecieron en el convento cuando comenzó la rehabilitación del edificio hace unos años. Se trata de varias grisallas (pinturas de escalas de grises que producen la sensación de relieves escultóricos) del siglo XVI y otros frescos del XVIII que aparecen superpuestos en la misma pared. La Fundación Santa María de Albarracín es la encargada de recuperar y de dotar de una historia a estas pinturas. La intervención cuenta con un presupuesto de 18.000 euros que han sido proporcionados por el Gobierno de Aragón.
Los trabajos de recuperación de los frescos comenzaron hace tan solo unos días con la presencia de dos restauradores, a los que se unirá una persona más próximamente, y la rehabilitación, si todo marcha según lo previsto, podría estar lista antes de que acabe el año. «Las pinturas son unas grisallas preciosas y de gran calidad. Acabamos de empezar a trabajar y la verdad es que nos hemos encontrado alguna que otra sorpresa. En principio, las grisallas son más extensas de lo que pensábamos», comentó Antonio Jiménez, presidente de la Fundación Santa María de Albarracín.
Los frescos, o más concretamente llamadas grisallas, se localizaron en la planta superior del convento, en dos habitaciones: en la celda de la madre superiora y también en la «celda de castigo». Se ha podido saber que estas pinturas datan del siglo XVI y, como no podía ser de otra manera, tienen un claro carácter religioso. En ellas aparece la historia de la crucifixión con unos leves toques de color. «Estas pinturas aparecieron casi por casualidad», indicó Jiménez. De hecho, las grisallas permanecían ocultas hasta no hace mucho tiempo y pertenecen a la época en la que se fundó el convento, allá por 1564.
El problema a la hora de recuperar estas pinturas es que van apareciendo bajo otros frescos que datan del siglo XVIII, «muchos más coloridos y luminosos», y que a su vez estaban tapados por una capa de pintura blanca. «Antes no se tenía en cuenta el patrimonio. Se repintaba la pared de blanco y listo, no se daban cuenta de toda la historia que hay detrás de estas pinturas. De hecho, los frescos del XVIII podrían ser muy importantes en el capítulo artístico de esa época en la provincia», destacó Antonio Jiménez.
Por delante todavía quedan semanas de minucioso trabajo. Los restauradores deben de tener mucho cuidado a la hora de tratar las pinturas ya que un paso en falso podría «arrancar la decoración». Además, Antonio Jiménez no descarta que se puedan encontrar más pinturas murales en otras habitaciones o en alguno de los pasillos del Convento de las Monjas Agustinas de Mirambel.