Uno de los enclaves que han recuperado su papel como espacio de ocio en La Ginebrosa son los lavaderos. Están ubicados en una de las sendas más empleadas por vecinos y visitantes para dar sus largos paseos y, aunque ya no cumplen la función para la que fueron concebidos, mantienen el flujo de agua constante. De hecho, dentro la temperatura disminuye algunos grados cuando el sol aprieta. Además del agua, este verano se limpiaron a fondo las paredes de los vasos y el recinto en sí mismo, engullido en algunas zonas por la vegetación. «A veces con casi nada de inversión se puede hacer algo por mantener el pueblo arreglado y creo que los lavaderos han quedado bien y que son un sitio agradable», dijo el alcalde, Germán Balaguer.
Una de las primeras intervenciones de la legislatura fue de limpieza tanto en este espacio como en otras zonas como cunetas con la ayuda de obras públicas. El de La Ginebrosa no es el único lavadero de la zona, pero sí es uno de los más cuidados y mejor conservados después de la reforma a la que se sometió hace años.
Un espacio recóndito y único
Tiene la peculiaridad además que su distribución es en forma de L. Si las pilas de agua (una para lavar y otra para aclarar) deslumbran ahora con el agua que hay que mantener para que siga siendo cristalina, mención aparte merecen los techos. Son dos tipos y a dos aguas, solo que uno vierte el agua procedente del exterior al interior de la primera pila, mientras que el segundo es cerrado que protege la segunda pila. Como explica la deteriorada placa de la entrada, comparten que en ambas había que lavar la ropa de rodillas, ya que la altura no daba para hacerlo de otra manera.
En la reforma de hace décadas se reconstruyó en buena medida por que presentaba muy mal estado. Entre los elementos originales que conserva se encuentra el pilar central de la pila segunda en la que aparece inscrito el año 1816. Conserva las canalizaciones por las que llegaba el agua de la fuente adyacente y que ahora se almacena en el depósito contiguo.
Un bonito pueblo que vale la pena visitar. Las pastas del horno están muy ricas. El bar restaurante también está muy bien.
buen trabajo en Alcañiz hubiesen quitado hasta la última piedra