Es cierto y sabido que Doña EMILIA PARDO BAZÁN se interesaba por las nuevas tendencias literarias de cada momento, dentro y fuera de nuestras fronteras su curiosidad por lo que se escribía era insaciable. Pero si hubo un género que la atrajo sobremanera fue el de la novela policíaca, a la que dedicó interesantes comentarios en sus colaboraciones periodísticas.. El personaje de Sherlock Holmes la fascinó hasta tal punto que decidió hacer una incursión en el género para demostrarse a sí misma que podía competir con Conan Doyle. Así nació «LA GOTA DE SANGRE», publicada en 1911, una deliciosa novelita de detectives que fue un experimento en la creación literaria de la autora y una novedad en España, donde su escaso cultivo contrastaba con el éxito del género en el extranjero. Pero es que, además, Doña EMILIA se adelantó a todas las grandes damas del «noir» europeas y, por supuesto, en España fue la pionera (ella era así, se permitía lo que las mujeres en su tiempo no podían ni pensar).
Uno de los aspectos que Doña EMILIA reprochaba a Conan Doyle era el escaso interés psicológico de sus personajes. Así, pues, ella decidió que su protagonista: el detective aficionado Selva, resolviera el crimen con el deseo de solucionar, al mismo tiempo, su vacío existencial, su neurastenia. Y construye ese enigma: el hallazgo del cadáver de un hombre de negocios, para profundizar en la psicología de todos sus personajes. Pero es que además, como certeramente señala la escritora Alicia Giménez Bartlett en el prólogo a la edición: «el trazo principal de este texto es la originalidad». Nos encontramos frente a una escritora que subvierte todos y cada uno de los estereotipos del género. Se las compone para que el detective sea al tiempo un sospechoso para la policía y los jueces. Pero no solo eso: suplanta a la misma policía, les da órdenes, les escamotea información y es él quien impone el ritmo de las pesquisas. Finalmente, sin despeinarse demasiado, resuelve el crimen a escondidas de todos; y justamente en esa resolución final es cuando la autora ejecuta la pirueta más llamativa; que, por supuesto, no se puede revelar.
Pero, si hay algo impagable en esta breve obra es el lenguaje: la elegancia del estilo, la precisión de cada término, la calidad de un castellano que palpita de vida y gracia; o sea, la maravillosa pluma de EMILIA PARDO BAZÁN: una de las más grandes escritoras de nuestra lengua.
No sabemos si Doña EMILIA se cansó pronto de su aventura detectivesca o es que ejercían más atracción en ella sus geniales relatos naturalistas. Pero lo cierto es que ya no desarrolló más esas dotes que ella creía poseer para el género de detectives y no volvió sobre él. Es una verdadera lástima, por tanto, no contar hoy día con una colección de novelitas protagonizadas por el sagaz Selva.
Miguel Ibañez. Librería de Alcañiz