Soy yo, tu madre, tengo la voz fatal, no he podido ir al médico porque están todos de vacaciones, así que…».
Así, fieles lectores, de esta manera tan directa, sin preámbulos ni acercamientos, comienza: «LLAMADAS DE MAMÁ»; esta breve e inteligente novela, emotiva y conmovedora, pero que es, sobretodo, una auténtica explosión de buen humor. En ella, la joven francesa CAROLE FIVES nos presenta a Charlène -única protagonista- en un soliloquio incesante: el de las insistentes conversaciones de una madre con su hija, pero a una sola banda.
Charlène es una madre divorciada que ya pasa de los 60. Las constantes llamadas telefónicas a su hija funcionan como el último vestigio del cordón umbilical. Conocemos a esta mujer de cambiante personalidad a través de estas conversaciones y mensajes de contestador, en una voz omnipresente que lo llena todo y que, practicamente, puede prescindir del interlocutor que la escucha. Porque, en realidad, más allá de esa cotidianidad llena de entrañables exabruptos, manías y recriminaciones, lo que se atisba es el punzante sentimiento de soledad de una madre que, sin embargo, se niega a abdicar y ceder terreno a la vejez.
Cuando a Charlène le diagnostican cáncer y depresión, su existencia se tambalea y con ella, el mundo que la rodea. Las estancias en los hospitales, la quimio, y ese afán por aferrarse a la vida, se trasladará a las constantes llamadas telefónicas en las que el lector descubrirá realmente quién es esta protagonista tan camaleónica. Y es que, a los episodios surrealistas y caóticos tan habituales en ella, se van a sumar momentos más confesionales, llenos de ternura e intimidad.
Los pensamientos de Charlène, la manera en la que formula sus opiniones, aquello de lo que nos habla, veremos que no siempre es politicamente correcto. Y, sin embargo, su discurso no es para nada ajeno al lector: se trata de los arrepentimientos y las decisiones tomadas durante toda una vida al servicio de esa institución, a veces fallida, que es la familia.
Charlène es, en difinitiva, cualquier ser humano: lleno de luz y sombras, de aceptación y remordimiento, de miedos y esperanzas, de vida y de muerte.
Es, pues, esta bipolaridad de Charlène, tan exasperante como divertida, la que da el punto tragicómico a «LLAMADAS DE MAMA». Estoy seguro de que muchos de vosotros encontraréis en la histriónica protagonista antiguos recuerdos, propios y de vuestros progenitores; y de que os vais a ver reflejados sin remedio.
Esta novelita, tan deliciosa, es un buen antídoto para estos días tan oscuros: hace reír y consuela, divierte y conmueve…, porque creo que nunca tanta ternura endiablada viajó por los cables del teléfono hasta llegar a una hija.
Y es que, ya lo sabemos, madre no hay más que una, pero esta madre es una auténtica bomba de relojería.
Miguel Ibáñez. Librería en Alcañiz