El Rally Dakar está lleno de pequeñas grandes historias. Es una prueba única, especial, muy lejos del glamour de otras competiciones automovilísticas; pero no por ello menos exigente. Todo lo contrario, si cabe. El Dakar deja muchas historias que merecen ser contadas como por ejemplo la de Mónica Plaza, una mujer descendiente de la localidad de Aliaga, que junto a su padre Manuel ya lleva tres rallyes a sus espaldas y en los tres como copiloto.
¿Cómo te llegó la posibilidad de participar hace tres años en el Dakar?
Primero he de decir que yo llevo siete años compitiendo como copiloto de rallyes todo terreno y hace ahora cuatro años tuve varias opciones para ir al Dakar. Me decanté por una pero no salió bien por problemas económicos. Entonces se lo propuse a mi padre que es un gran conocedor de esta prueba ya que la había corrido en África y, tras tenerlo que dejarlo cuando el evento se trasladó a Sudamérica, hace ahora tres años vi la posibilidad de competir con él en Arabia Saudí y gracias a nuestros patrocinadores fue posible y hasta ahora.
¿Cómo ha sido tu evolución en el rally en estos tres años en los que has competido?
Ha sido una evolución progresiva y al mismo tiempo lineal porque a nivel de copilotaje en lo físico estaba preparada para un reto de estas características
¿Con qué vehículo o vehículos has disputado el rally?
He disputado siempre la prueba con un prototipo de buggy fabricado en Francia del que tan solo se hicieron cuatro unidades. Todos son de tracción trasera, con un motor Chevrolet V8 y con un recorrido de suspensión bastante grande. La potencia es de 340 c.v. y la velocidad máxima está limitada a 170 km./ h. tal y como marca el reglamento de la competición.
¿En qué posición quedasteis en 2020 y en 2021?
En 2020 tuvimos que cambiar el motor y eso nos penalizó. Acabamos en el puesto 55º. El pasado año las cosas nos rodaron mucho mejor y terminamos en la posición 35º de la general.
En la cita de este año las cosas os iban bien hasta que tuvisteis que abandonar cuanto tan solo habían transcurrido tres etapas, ¿qué pasó?
Pues que nuestro coche fue embestido por un camión de competición cuando tratábamos de reparar una transmisión. El golpe hizo que se doblaran las barras de seguridad e incluso dañó el chasis del coche por lo que tuvimos que abandonar.
¿Con qué te quedas de estos tres años de participación en el Dakar?
Me quedo con la convivencia con la gente y de sentirte como una más. El que te venga Al–Attiyah o el copiloto de Carlos Sainz a preguntarte cómo ha ido la etapa es algo que no tiene precio. También destaco la cercanía de la gente. Y es que el Dakar te aporta cosas como es el compañerismo que no encuentras en otras competiciones. Es la esencia de esta prueba.
¿Y lo peor que se lleva?
Lo peor son los accidentes y que algún compañero salga herido o haya algún fallecido. Es lo que más te cuesta digerir. Y por otro lado el que tras toda la preparación y la ilusión que has puesto por participar se te esfume en un momento debido a alguna avería mecánica o por un lance de la carrera como nos ha ocurrido este año.
¿Con ganas de volver para la próxima edición?
Sin dudarlo, pero a partir de ahora tengo que focalizar mis esfuerzos en la temporada 2022 y ver lo que puedo hacer porque de momento está todo en el aire. En principio correré el Campeonato de España de Rallyes Todo Terreno.