Finaliza el verano y la mayoría de los pueblos del Bajo Aragón ya han celebrado sus fiestas patronales, así que le toca el turno a Alcañiz. Lo más apropiado sería hablar de las fiestas, sin embargo mi conciencia hoy me empuja a hablar de una despedida. El adiós de una gran persona.

Dicen que los que más prisa tienen en irse suelen ser los mejores, los que han cumplido su misión aquí, entre nosotros los presentes. Tú sí que has cumplido con creces tu tarea, aunque te has ido muy pronto y muy rápido. Te has marchado sin avisar y sin darnos tiempo de decirte adiós. Ni siquiera llegaste a entregar ese beso que fuiste a buscar y en el camino se quedó. Cuánto echaré de menos esas conversaciones tan amenas de un apasionado como tú. Un apasionado en cada una de las cosas que te proponías.

En los próximos días teníamos pendiente un viaje en avión que Belén y yo te habíamos regalado con gran ilusión. Nuestra última conversación fue para contarte que ya teníamos los billetes a Milán y sobre todo lo que íbamos a hacer allí. Ese viaje ya no será como estaba previsto, nos vas a faltar tú y tu generosidad.

Me quedo con lo bueno y la facilidad que tenías para darte a los demás. Siempre haciendo favores sin esperar nada a cambio, sólo por hacer el bien a los demás. Me quedo tranquilo y me llena de felicidad haber compartido contigo y con tu familia parte de mi vida.

Dejas una huella imborrable, así quedó reflejado el día de tu despedida con las numerosas muestras de cariño de todos los rincones del territorio, fue conmovedor poder llevarte sobre mis hombros y rendirte homenaje, a ti y a tus queridas Charo, Pilar y Vitoria.

Gracias Enrique…