Una de las imágenes más tremendas que he visto como periodista ha sido sin duda alguna la de la torre gótica de Alcañiz cubierta con cientos de kilos de excrementos de pájaro, principalmente de palomas. La primera vez que la ví aprendí de verdad qué era la palomina.

Cierro los ojos y vuelvo a ese recorrido espantoso por uno de los iconos patrimoniales de Aragón, abandonado y sin valorar. Junto a la porquería corrosiva en el suelo y escurriendo por las paredes, veo cadáveres de palomas, pintadas, restos de suciedad y un carretillo oxidado, con la rueda literalmente hundida en la mierda, para acarrear una suciedad de la que ya ni el párroco se ocupa. Recuerdo una de las veces que se limpió, en 2012 con la brigada municipal al mando del entonces concejal de Cultura, Juan Carlos Bosque, uno de los máximos defensores de la restauración de la torre. Aquel era el año del 600 aniversario de la Concordia de Alcañiz y el Compromiso de Caspe, vinieron los Reyes de España y comenzó a avergonzarnos seriamente lo que teníamos allí escondido. Era difícil subir por su estrecha y oscura escalera sin sentir la repugnancia que se asocia ya no a la suciedad, sino a un olvido que se extendía y afectaba a la falta de interés por un vestigio único.

Casi cuatro años después, a finales de 2015, el ministerio de Fomento confirmó la financiación de la restauración con un millón de euros a cargo del 1% Cultural y el ayuntamiento de Alcañiz entregó el proyecto de obra. La licitación no se produjo hasta mediados de 2017. Este 14 febrero de 2020, ¡voilá!, estrenamos la torre por la que se luchó Juan Carlos Gracia Suso y estrenará Ignacio Urquizu. Hoy, día de San Valentín y Concordia máxima, sería ejemplar verles darse la mano por un Alcañiz de futuro. El máximo reto de Urquizu es lograr más financiación para una musealización seria que se unirá a la restauración de la fachada de la Lonja y el Ayuntamiento, cuyo proyecto de reforma interior también está a la espera de fondos. El objetivo es convertir la capital bajoaragonesa en referente patrimonial, que el turista pueda disfrutar toda una mañana conociendo los edificios de la plaza de España por dentro y por fuera, y que nos enorgullezcamos de ellos. Urquizu ha logrado traer al ministro José Luis Ábalos en uno de los momentos más comprometidos de su carrera política a costa de la polémica reunión en Barajas con la vicepresidenta venezolana. Es todo un logro personal del actual alcalde poner de vez en cuando a Alcañiz en el mapa… y hoy, que venga el ministro (por la N-232) y suba los 171 escalones de la que fue la torre más alta del Reino de Aragón. Hasta 68 metros tuvo, pero no es de extrañar que haya encogido a 43… A Ábalos le durarán las agujetas hasta el lunes. Ojalá sirvan para que se acuerde de comprometer a Fomento con el territorio bajoaragonés.

Hoy es un día importantísimo en la historia de Alcañiz. La torre gótica, que ya proponen llamar de la Concordia, es el único edificio vivo de la original iglesia gótica de Alcañiz, escenario de la firma del acuerdo entre Aragón y Cataluña el 15 de febrero de 1.412 para celebrar en Caspe la reunión que elegiría al futuro rey de la Corona. Hay que aplaudir a todos los que han cosechado este logro, tanto a nivel político como profesional, poniendo de especial relieve la labor del arquitecto José Ángel Gil, de la historiadora Teresa Thomson, o del escultor José Miguel Abril, entre un largo etcétera de férreos defensores de nuestro patrimonio.

¡Bravo! 

Eva Defior