Si antes la influencia de lo estatal sobre lo local tenía un gran peso, en esta última década se han trasladado unos debates muy partidistas a los entornos provinciales, comarcales y locales que no han hecho sino crear una mayor discordia y una mayor dificultad para la toma de decisiones y llegar a acuerdos, en asuntos principalmente de gestión técnica o administrativa más que política.

En las sociedades rurales, más pequeñas, donde la gente se conoce, donde hay una vinculación familiar y de recuerdos muy cercanos entre las personas, por muy diferentes que sean, necesitamos un entorno amable de trabajo, de negociación, de debate, que solo se infecten en la menor medida de lo posible, por las aportaciones que vengan de altísimas instancias. También hay una triste contaminación de los medios de comunicación, dOnde se echa en falta el contraste de noticias y crítica sana.

En los últimos años, el desarrollo de las redes sociales ha restado mucho cariño y armonía, incluso a los debates en sociedades mucho más pequeñas. En los dos últimos años con la pandemia, se ha acelerado todo este proceso y se vierten discursos demasiado destructivos y con poco afán de crear ambientes cómodos y propicios para la convivencia. ¿Disfrutamos de enrarecer relaciones que alejan los puntos de acuerdo y de trabajo en favor de una comunidad que todos amamos? ¿No hace mas plena a una persona, el construir decisiones o hechos fruto de lo colectivo?

La sensatez es una herramienta para poder evolucionar como sociedad y la amabilidad es la mejor respuesta para aislar el odio y la mentira. En nuestro mundo rural, donde aun se puede profundizar en conocer a las personas, para poder ser mejores, apartemos el tuit incendiario y usemos una comunicación amable y didáctica.

Pedro Bello. GANAR La Puebla de Híjar