La música consigue traspasar barreras a las que difícilmente se llega de otra forma. La música y quienes la convierten en arte logran contar historias con las que empatizamos, compartimos mensajes profundos, secretos, íntimos… nos emocionan, nos levantan el ánimo o agitan nuestras conciencias. Contamos con ella en los momentos más importantes de nuestra vida y, ahora, en estos días tan difíciles, está ayudando a muchos a superarse y desahogarse. Aquellos que cantan con sensibilidad siempre me han parecido un misterio fantástico. Me quedo enganchada. Están por todas partes y deberían dejarse fuera las vergüenzas para regalarnos a todos momentos de risas, calma y relajación. La música amansa a las fieras, dicen. Quizá deberían entrar cantando en el Congreso de los Diputados, como hacen en el colegio Juan Lorenzo Palmireno. Quién sabe si se curarían muchos de nuestros males.

Yo es que canto fatal. En el colegio una monja me obligó a hacer playback en un villancico de Navidad grupal cuando solo tenía 11 años, y desde entonces no he levantado cabeza. Solo cuando nació mi hija empecé a recuperar la autoestima. Me dice que canto genial la pobre, y con las nanas me había quitado los complejos. Hasta este jueves cuando escuché a Anajú cantar la ‘Nana del Mediterráneo’. Se nos cortó el aliento con una interpretación fantástica, llena de ternura, grandeza interpretativa y vocal; con una exquisita dulzura y sensibilidad ante un tema que se ha enterrado durante los meses pandémicos: las muertes de migrantes en el océano. La nana narra la historia de una madre que canta a su bebé muerto, bañado por la luz de las estrellas, mecido por las aguas tranquilas, mientras lloran los cielos y aúlla un mar de sueños rotos. Desde este jueves es emocionante para cualquier bajoaragonés poder decir que Ana Julieta Calavia, Anajú para los seguidores de Operación Triunfo, es la alcañizana que ha llevado el nombre de Teruel y el Bajo Aragón a lo más alto. Con tan solo 25 años se puso en la piel de una madre que ha perdido a un niño y detuvo el tiempo para recordarnos la grandeza de la música. Muchos sabíamos de su éxito televisivo por la participación en el concurso de talentos jóvenes pero desde este jueves quedó sentado que tiene un enorme futuro por delante que va más allá de la calidad vocal. Ojalá sepa recorrer ese camino sin desvíos. Su familia y su tierra la apoyan, cómo no, pero hoy con más razones. Nunca he votado en un concurso. Esta vez sí me estreno. Escuchenla. Creo que ella representa la vocación, la igualdad de oportunidades para los que nacen en municipios como Alcañiz (no sin el esfuerzo que implica), la juventud y la alegría de la vida en días en los que necesitamos esperanza. ¡A votar!

Eva Defior