Probablemente, en el momento en el que lean estas palabras, el paisaje de la tierra baja turolense ya no será como lo recordaban hasta hace unas semanas. El 13 de mayo de 2022 quedará marcado para siempre en la memoria de nuestro territorio, como uno de los días más tristes de su historia. Será a las 11:30 de ese mismo día, cuando 270 kilos de explosivo dinamiten las tres torres de refrigeración de la Central Térmica Teruel de Andorra, borrando para siempre el recuerdo de lo que ha significado esta infraestructura y el desarrollo minero-eléctrico para la memoria de nuestro territorio.

Parecer ser que la cita levanta la suficiente expectación como para que comparezcan a la misma diferentes autoridades públicas y personas importantes, relacionadas con la propietaria de la central (Endesa/Enel); espectadores partícipes de un triste espectáculo como los personajes de una de esas películas estadounidenses en las que ante una ejecución se reúnen, en torno a un cubículo acristalado, aquellos que directa e indirectamente tienen algo que ver con la condena a muerte del reo, porque necesitan, entre el morbo y la desconfianza por el cumplimiento de la condena, ver con sus propios ojos cómo cae el acusado. Esta vez no habrá llamada de última hora que indulte y salve al condenado: la condena se habrá cumplido, regocijados y reconfortados por ver su objetivo cumplido seguirán su vidas. Si tuvieran un poco de vergüenza, el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Andorra que no han hecho nada por salvar las estructuras de la central pudiendo hacerlo, deberían, por lo menos, alejarse de la escena del crimen.

Aquellos que nos oponemos a esta barbaridad nos manifestaremos en el entorno para denunciar que apenas nadie, aparte del Movimiento Ciudadano Teruel Existe, han luchado por mantener algo que puede ser de vital importancia para el futuro de los habitantes de esta parte de la provincia; que no es cierto que la única posibilidad laboral era destruir la central; que se ha sido negligente con la memoria de nuestro territorio y de la personas que lo hicieron próspero.

Hemos sido testigos de la incapacidad de nuestros gobiernos para mantener y reconvertir aquello que durante décadas sirvió para darnos prosperidad. Tienen ahora, esos mismos Gobiernos, la oportunidad de cambiar el desarrollo económico de las comarcas del Norte de Teruel. Un desarrollo que no debe limitarse al monocultivo de energías renovables que han demostrado que ni aporta trabajo estable, ni riqueza a los territorios. La transición justa del nudo Mudéjar en Andorra es una oportunidad para incorporar Teruel en el Eje Económico del Ebro.

Recientemente hemos defendido ante el Secretario de Estado de Medioambiente el proyecto de un salto reversible de agua entre Samper de Calanda y Alcañiz. Un proyecto con dos vertientes: la primera es el desarrollo de energía renovable con un sistema de almacenaje energético, que ayudaría a regular la red eléctrica; la segunda vertiente del proyecto es que acercaría el río Ebro a la tierra baja para desarrollar los regadíos de su margen derecha que traerían trabajo y riqueza para las comarcas del Bajo Aragón. Apostamos por productos de calidad que generen a su alrededor sinergias en investigación y transformación y que puede ser, junto al polígono solicitado en el acuerdo de investidura, los tractores que cambien el modelo de desarrollo de las comarcas del norte de Teruel.

Definitivamente, la potenciación del sector agroalimentario no es una opción del pasado: está presente en la actualidad, sobre todo por la crisis alimentaria mundial que puede venir por el conflicto de Ucrania.

Para la Agrupación de Electores Teruel Existe, ésta es una verdadera apuesta de futuro, no sólo para la provincia, sino para la comunidad autónoma y así lo hemos reflejado en las enmiendas a los Presupuestos Generales del Estado y en las diferentes reuniones en las que participamos en los distintos ministerios competentes.     

Joaquín Egea Serrano. Senador de Teruel Existe