La realidad nos ha ido sorprendiendo en una pandemia que ha demostrado muy claramente que la sociología y la psicología son dos ciencias que aún tienen mucho que desarrollar para poder prever cuál será el comportamiento humano, y además deben ser tenidas mucho más en cuenta a la hora de desarrollar las políticas públicas. Hace un año aún no teníamos vacunas. No se había inoculado ni una sola. Nos enfrentábamos al abismo de una ola de contagios gigante con confinamientos perimetrales presentes y restricciones máximas a todos los niveles, comercios cerrados, hospitales saturados y un largo etcétera de preocupaciones. Un año después, España lidera los ratios mundiales de vacunación, con más del 80% de la población inmunizada. Esto nos ha convertido en un país seguro frente a una situación europea que está obligando a confinar países y cerrar escuelas de nuevo. Los no vacunados son más de los que pensábamos en la UE, y en España también rozan índices mayores de lo esperable. A los antivacunas de edades avanzadas, se une un alto porcentaje de jóvenes cuyas razones para no vacunarse sólo son explicables si se amparan en el egoísmo. Urge una importante campaña de concienciación a todos los niveles, incidiendo en los colectivos más reticentes a la vacunación, especialmente aquellos a los que les llega información incompleta, falsa y manipulada. No sólo son vulnerables al enfermedad, sino que hacen vulnerable a toda nuestra sociedad. ¿Las consecuencias de la vacuna? Apenas se han descrito. Sin embargo, las consecuencias de la enfermedad siguen dejando secuelas que sorprenden a diario, incluso en personas jóvenes y sanas. La realidad de aquellos que padecen covid persistente es muy preocupante. Crecen a diario, padecen secuelas muy graves que les incapacitan para muchas actividades básicas, y no tienen tratamiento por ahora. En Aragón ya son más de 15.000. Nuestra región está pendiente del galimatías entre DGA y el TSJA para autorizar el pasaporte covid para acceder a espacios donde la mascarilla ha de retirarse o donde hay muchas personas. Otro embrollo político-jurídico que allana el camino de los negacionistas.

Editorial.