La pandemia del Covid-19 está generando situaciones tremendas de colapso. Inauditas y difíciles de asimilar y gestionar. El esfuerzo titánico de las administraciones públicas, los sanitarios, y los trabajadores de servicios sociales es emocionante, pero todos los esfuerzos son pocos para detener la enfermedad. El trabajo colectivo, también de vecinos confinados, pymes, autónomos, familias, y colectivos que emprenden iniciativas solidarias de todo tipo está surtiendo efecto, con un notable descenso de los afectados. Sin embargo, para muchos este esfuerzo llega tarde. En el caso de los mayores, en nuestros pueblos cada día cientos de vecinos dan las gracias porque el virus no haya entrado en ninguna de sus residencias porque el desabastecimiento de material de protección y test habría causado situaciones dramáticas. Experiencias de esfuerzo absoluto como la que viven desde antes del estado de alarma centros como el hogar del Santo Ángel de Alcañiz, con sus trabajadoras confinadas, son ejemplares. Lamentablemente, ha sido casi de una lotería controlar el avance del Covid-19 y en municipios como Valderrobres están sufriendo esta semana la peor pesadilla temida por muchos pueblos. Dieciséis contagios en su centro de mayores y tres fallecidos son ya la triste factura que han tenido que pagar. Varios han sido ya trasladados y el ayuntamiento, cuyo alcalde pedía auxilio anticipando esta situación desde la semana pasada, ha tenido que comprar 80 test a través de medios propios en un laboratorio de Barcelona para poder realizar un control real de la cifra de contagiados de la residencia, donde se alojan sesenta ancianos. Solo cabe aplaudir la labor gigantesca que están realizando nuestros ayuntamientos y todo su personal, desde brigadas hasta alguaciles, para tratar de paliar de forma rápida carencias importantísimas en las que cada hora de retraso cuentan. Y también la de empresas del territorio como, en este caso, grupo Arcoiris, que ayer anunció que pagará las pruebas. Cada test cuesta 200 euros, 16.000 euros en total. La gestión coordinada, diligente y solidaria está salvando muchas vidas en el medio rural durante esta pandemia, que una vez superemos, abrirá hondos debates sobre el papel clave de los ayuntamientos y pymes como servicios de cercanía absolutamente esenciales y eficaces.

Editorial