La Central Térmica de Andorra va a dar vida a su propia muerte. El mayor desmontaje industrial activo en nuestro país va a suponer la creación de 140 puestos de trabajo durante 48 meses en nuestro territorio. Endesa quiere que el 80% de los contratos sean locales. Se ocuparán de los trabajos la mayoría de antiguas empresas contratistas de Endesa o a residentes en las comarcas de Andorra-Sierra de Arcos y Bajo Aragón. El desmantelamiento comenzó ayer y fue presentado ante los medios por la eléctrica. Se trata del mayor desmontaje industrial del país. Es paradójico que sea el propio fin de la Central lo único que vaya a crear una cifra importante de empleo tras tantos compromisos de empleabilidad que no acaban de fraguarse. Una vez desmontada la Térmica, sobre ese mismo suelo, Endesa prevé levantar un gran parque fotovoltáico. La inversión va a ser paralela, y los trabajos de construcción también. El Plan Futur-e quiere levantar un parque solar fotovoltaico de 50 megavatios (MW) de potencia, presentado ya a tramitación administrativa. Se trata de la primera fase del plan Futur-e, que además de la construcción de este parque solar en la parcela de la térmica, la construcción de un parque eólico de 49,4 MW de potencia, que se instalará en el término municipal de Ejulve (presentado también a tramitación administrativa). La segunda fase, que prevé impulsar 235 megavatios de energía solar fotovoltaica y 54,3 MW de almacenamiento en baterías, también se instalará dentro del perímetro de la actual central térmica. Se desarrollará a lo largo de 15 meses, entre marzo de 2022 y junio de 2023, y coincidirá con los trabajos de desmantelamiento. En la tercera y última fase, que se iniciaría en mayo de 2023 y finalizaría a principios de 2026, se construirían 1.300 MW de potencia fotovoltaica, 90 MW de energía eólica y 105 MW de almacenamiento en baterías. La potencia asociada a estas fases se construiría en terrenos de los términos municipales de Andorra, Alcorisa, Alcañiz, Calanda e Híjar. Esta última fase es la que depende de que el Ministerio de Transición adjudique la asignación de los mil megawatios de la Térmica, que prevé subastar. Si llega a cumplirse el proyecto global, la eléctrica ingresaría anualmente ocho millones de euros a los ayuntamientos de la zona cada año. Se trata de una cifra muy elevada, en el caso de Andorra, superior al dinero que ingresa actualmente. Conviene de forma urgente que los ayuntamientos se planteen a qué destinar esos fondos, buscar inversiones necesarias y mirar, por ejemplo, hacia los regantes gravemente afectados por la marcha de Endesa de la junta de la cuenca del Guadalope. Urge un plan de acción eficaz avalado por la administración más cercana que genere empleo a largo plazo y permita asentar población.

Editorial