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Nuestros pueblos multiplican su población por dos, tres o cuatro este puente de agosto, en el que la ebullición de fiestas, semanas culturales y actividades de todo tipo inundan calles, plazas, pabellones y piscinas. A partir de la semana que viene irá descendiendo el volumen de población, se irán cerrando maletas, casas y bullicio. Muchos marcharán con melancolía, pensando de qué forma pueden contribuir a que sus pueblos mejoren. En todas las casas se habrá debatido sobre el reto demográfico, se habrá disfrutado de la paz, el aire limpio y puesto en valor la verdura del huerto, la libertad de los niños en las calles y la liberación que supone sentirse ajeno al tráfico, las rebajas y el estrés. Nuestros pueblos, orgullosos de ser el mayor exponente del valor rural en verano, despedirán, también con nostalgia, a quienes viajan a las ciudades hacia su futuro laboral.

El enorme reto de todos, tanto los que se quedan como los que se van, es que su reivindicación, que es una sola, se mantenga unida, entre la ciudad y el pueblo, sin perder su fuerza con la distancia. Es responsabilidad de todos nuestros ayuntamientos, alcaldes, concejales, consejeros comarcales y diputados ser antenas capaces de detectar a aquellos dispuestos a volver, a emprender. Es responsabilidad de quienes nos representan ofrecer el camino y el último empujón de coraje a aquellos que estos días están pensando seriamente regresar, pero se ven asfixiados por prejuicios, dudas y responsabilidades de las que nuestros pueblos les podrían liberar. Atraerlos, conseguir que alarguen sus estancias y sostener el mensaje de defensa rural todo el año es fundamental para abrir las vías de la repoblación. Para cualquier pueblo de entre 100 y 1.000 habitantes cualquier pequeño paso en esta dirección puede suponer, sin género de dudas, la diferencia entre su subsistencia o no; la apertura o no de la escuela o el consultorio.

Este puente festivo, con todo el territorio bajoaragonés lleno al 90%, tenemos nuestros pueblos llenos de personas que sienten que no se quieren marchar. No tiene sentido que los proyectos, las políticas y los responsables de lograr la repoblación estén de vacaciones cuando más oportunidades tienen. Si usted es una de esas personas que dudan o tiene enfrente a una de ellas, no deje pasar la ocasión de arriesgarse a apostar por su municipio.