Este fin de semana han coincidido varios casos de vandalismo e incumplimiento de las normas sanitarias en varios municipios bajoaragoneses. Los responsables municipales han alzado la voz de alerta de una situación que no es nada habitual sobre todo en municipios pequeños donde la convivencia es ejemplar. En Aguaviva, con algo más de medio millar de vecinos, han denunciado actos vandálicos, botellones y reuniones masivas. Al parecer un grupo de personas cogió botellas de vidrio de un bar y las fueron rompiendo por la carretera y contra los vehículos provocando diversos daños. Además, entraron a la obra de la parte nueva de la residencia a hacer botellón y el viernes se registró un robo en el secadero de jamones de la localidad. En el pueblo vecino de Mas de las Matas, donde han celebrado este fin de semana sus «no fiestas», una persona de la corporación municipal ha sufrido insultos en su propio domicilio, amenazas y también hubo destrozos en todo el sistema de riego de los jardines de la entrada al municipio y además de molestias sonoras y basura sin recoger. Resulta muy preocupante que en días en los que los pueblos deberían estar unidos y protegiéndose se registren tantos actos vandálicos. Especialmente graves es la delincuencia ligada a los más jóvenes, cuya única finalidad es hacer daño al patrimonio o a las personas del municipio. En un verano atípico en el que muchos de estos pueblos deberían estar celebrando sus fiestas, cabe reivindicar la convivencia, sobre todo de una juventud que plantee alternativas de ocio, que aporte creatividad y optimismo para acompañar a través de sus propuestas la labor de los ayuntamientos así como para situarse como colectivo capaz de abordar la construcción territorial. También hay que entender y plantear como una oportunidad para el territorio que cientos de nuestros jóvenes vayan a quedarse en el territorio en un curso académico semipresencial para todos los universitarios, cuyo talento y capacidad de aportar valores debe canalizarse durante los próximos meses. La misma energía puede dejarse perder, destruir el entorno o construir la convivencia de nuestros pueblos. Canalizarla de forma positiva es un trabajo en el que todos podemos contribuir.

Editorial