Hace más de dos décadas Caspe era el motor económico no solo de la comarca, sino también de toda la ribera baja del Ebro. Hubo una época en la que Caspe era el lugar de referencia para los pueblos limítrofes, así como comunidades vecinas.

Desde entonces somos testigos de cómo gobiernos de diferentes colores han ido haciendo promesas de crecimiento y desarrollo futuro que nunca iban de la mano de acciones reales o medidas efectivas que tuvieran consecuencias económicas y laborables. Todos recordamos como diferentes presidentes y consejeros de gobierno han venido con sus mejores galas en campaña y fiestas varias a vendernos proyectos tan necesarios como el Puerto Seco, regadíos y proyectos turísticos en el Mar de Aragón, que se quedan en agua de borrajas años después. Y si esto no fuera poco, buceando entre montañas de papeles, hemos encontrado la gota que colma el vaso. Hace más de 40 años que Caspe tiene un derecho de compensación económica sobre el aprovechamiento energético producido en el embalse de Mequinenza. Derecho que nadie, hasta ahora, ha ejercido.

Y mientras los diferentes equipos de gobierno que hemos tenido hasta ahora prometen, pero no ejecutan y no reclaman las compensaciones que nos corresponden por ley, nuestros vecinos son testigos de cómo cada vez tenemos menos comercios, de cómo se vacían nuestras calles, de cómo se van empresas históricamente asentadas, de cómo nuestro Mar de Aragón se seca sin que nadie proteja su lámina mínima de agua, con las drásticas consecuencias que esto tiene para el turismo, la agricultura y ganadería de nuestro municipio, de cómo nuestros jóvenes se van a buscar un futuro fuera. ¿Dónde queda el motor económico que un día fuimos? Urge un plan de atracción de empresas, de reactivación económica, de asentamiento de población, como ocurre en municipios como Alcañiz, Andorra, Alcorisa, Muel… No es fácil, lo sé, pero hace falta valor y compromiso.

Ramón Repolles. CIUDADANOS Caspe