Hasta los abstemios estamos todo el día hablando de Catar. El mundo de la gastronomía ha abierto importantes caminos al turismo gracias a las actividades de catar. Se catan vinos, aceites, quesos, jamón y hasta melones. Se organizan rutas que siempre terminan en franca armonía con una actividad de catar, entre risas, suspiros y presunción de buen gusto. Sin ir más lejos, en el Bajo Aragón y su redolada hay mucho y bueno que catar.

Pero, no equivocarse, Catar, según la Real Academia, así con «c» mayúscula, es el nombre de un exótico país, y Qatar 2022 es el nombre registrado de la actual competición de fútbol. También dice la RAE que fútbol, es con acento en español, aunque en México y América Latina se escribe sin acento, futbol. ¡Cosas del fútbol! siempre será mejor que balompié o football que dicen los pijos. En todo caso es una competición con mucho acento y mucho petrodólar.

Un detallito: Catar tiene una superficie, once mil kilómetros cuadrados, no mucho mayor que el Bajo Aragón Histórico, pero también tiene la reserva de gas natural más grande del mundo.

No entiende el común que se lleve un campeonato mundial a un país que no llueve nunca y que de abril a noviembre está calentito a más de 30 º. Pero sobre todo no entiende la ciudadanía que se juegue el campeonato en un país que no está en consonancia con la mejora de los derechos humanos, donde se vilipendia a la mujer, se castiga la homosexualidad o se explota a los inmigrantes trabajadores, aunque sean mayoría, ya que el 80 % de la población son extranjeros.

Seguramente no lo entienden, porque no han leído la sátira del «poderoso caballero es don dinero» de D. Francisco de Quevedo en la que queda claro que el dinero «hace iguales al duque y al ganadero» y que el dinero «quita el decoro y quebranta cualquier fuero». Por eso, por el vil metal, hoy toca hablar de Qatar, aunque por pudor desvíe el comentario hacia… catar. Se entiende, en el fútbol se utilizan más los pies que la cabeza… y eso se nota.

Miguel Caballú. Cartas a Abel