No parece que estemos muy acostumbrados los españoles a celebrar el día de la Constitución y lo que ello representa; sin embargo, el puente de la constitución lo tenemos marcado con rojo en el calendario por si la bonanza económica nos permite realizar alguna escapada.

Ojalá los españoles saliéramos a las calles cada 6 de Diciembre orgullosos igual que los franceses festejan su 14 de julio, o los americanos su abanderado 4 de julio. Orgullosos porque tras una época gris, tirando a negra en muchas ocasiones, un grupo de ciudadanos que representaban y que pertenecían a diferentes corrientes políticas -algunas muy diferentes- fueron capaces, a través del diáloco, de redactar un documento en el que todos los españoles se sintieran representados, y que marcase la hoja de ruta de lo que debía ser un Estado Social, Democrático y de Derecho.

Con la perspectiva que nos dan los treinta y nueve años transcurridos desde entonces, desde el respeto al trabajo que realizaron «los padres de la Constitución» -aunque hoy también sabemos que hubo algún padre putativo-, desde este nuevo modelo de sociedad nacida en democracia, que no ha conocido el miedo a alzar la voz, a expresar en público su opinión, que no ha tenido que ganarse el derecho al voto para elegir a sus representantes, a esta sociedad, solo le han contado algunos capítulos del libro y capítulos que cambiaron cuando les interesaba que el final de la historia fuese otro.

Cuando los españoles empezaron a pasarlo mal, muy mal debido a las nefastas políticas especulativas llevadas a cabo en los años anteriores a que estallara la crisis, cuando los bancos dejaban a la gente sin casas, convertían la sanidad en un negocio, o la educación en un privilegio, entonces no pensaron en el artículo 128 de la Constitución, que dice «Toda la riqueza del país en sus diferentes formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general», los partidos que habían gobernado este país, PP y PSOE, el bipartidismo, no se acordaron entonces de los españoles y activaron el artículo 128, no que va, escucharon las órdenes enviadas desde Europa y modificaron el 135 para asegurar los beneficios de la banca. Ni se acordaron de la Soberanía del pueblo español que reconoce el artículo 1.2.

Y ahora cuando la política es más necesaria que nunca, cuando hay que recuperar el diálogo del 78, los partidos que se llaman constitucionalistas, se escudan en el 155 para esconder su incapacidad de hablar, escuchar, negociar, llegar a acuerdos, un diálogo que hemos reivindicado desde el primer momento Unidos Podemos; hacer política con mayúsculas, como hace cuarenta años, con diálogo.

Celebremos la Constitución como día festivo y como herramienta al servicio de los ciudadanos, que son quienes hacen grande a un país. Garanticemos el 47 para que todos los españoles tengan derecho a disfrutar de una vivienda digna, y dejemos descansar a la PAH y STOP Desahucios; exijamos que sea el artículo 43 quien vele por nuestra salud, y no la Marea Blanca quien tenga que reivindicarla en las calles.

No son más constitucionalistas aquellos que dicen defender la Constitución y se apropian de su nombre, de la fiesta, de su bandera, y luego ignoran que sus artículos son herramientas que han de servir al pueblo; sino que son / somos constitucionalistas todos aquellos que trabajamos para que esta Ley de Leyes sea útil a todo el conjunto de la sociedad, -promover el bien de cuantos la integran, y como toda sociedad cambiante, en continuo estado de transformación, debemos ajustar, afinar, adecuar, modificar las herramientas para que esta Constitución cumpla con el cometido con el que nació, que fue servir al pueblo.

Es nuestra, y estamos #luchandoporquesecumpla.