Solemos ser una provincia que hace mucho hincapié en el tema de las infraestructuras, son muchas las que faltan y otras que se pueden mejorar, son las reivindicaciones naturales de un lugar que padece como pocos el tema de la desvertebración y no estar especialmente bien comunicado.

Hace unos meses los que somos habituales de la carretera entre Alcorisa y Andorra o viceversa, descubrimos tal vez con algo de asombro, que se iba a arreglar la carretera. No era, ni mucho menos, una de las muchas que tiene nuestra provincia en mal estado, más bien al contrario, una carretera absolutamente decente, exceptuando algún bache y algún detalle más, pero nada en comparación con muchas otras.

Desde que empezó la obra el peligro fue palpable, la gravilla suelta provocó no pocos sustos e incluso accidentes graves. Gajes del oficio, suponíamos, esperando que las obras fueran finalizando y volviéramos a tener la carretera que siempre hemos tenido, pero no.

No hace falta ser ingeniero para percatarse de que algo se ha hecho mal, muy mal. No, no ha aparecido una nueva y reparadora capa de asfalto milagroso como esperábamos los que no sabemos nada del tema. Están ya pintando las líneas en lo que han transformado de una carretera en una pista, así de sencillo. Algún bache que había, parece incluso que se haya hecho más grande, el alquitrán, el otro día se cocía en directo con las altas temperaturas, en un espectáculo dantesco, parecía que sudaba la carretera.

Por eso creo que hay que aprovechar todos los espacios que sean posibles para reivindicar asuntos concretos como el que describo. Sé que el Ayuntamiento de Alcorisa ha manifestado su malestar, pero deberemos insistir entre todos, porque es algo que salta a la vista y es peligroso, aparte del tránsito de trabajadores, vecinos etc. Es un tramo de carretera por el cual pasan muchos turistas en dirección hacia la playa, gente que se va a quedar con una imagen de que en Teruel nos gustan las pistas del altiplano boliviano o las carreteras de Afganistán, suerte, que no se trata del más abrupto de los terrenos de Teruel, pero dejar la carretera de esta manera es comprar más boletos de la cuenta en la trágica rueda de los accidentes.

Convido a instituciones o a quién corresponda a que nos den una explicación y que la carretera vuelva a ser, al menos, tan normal como lo era antes. Estas cosas cabrean a los ciudadanos, con todas las carencias que tiene Teruel, con todo lo que hay que hacer y tocamos algo que ni de lejos estaba en mal estado. Y quién no lo crea, se puede pasar para verlo. No hay nada más triste que destruir lo construido y no hacer nada nuevo. Pero aquí le hemos dado un nuevo matiz. Parece una deconstrucción culinaria de estas que vemos por las redes sociales y nos reímos con la foto de cómo le queda de bonito al cocinero profesional y la del desastre que le queda a la gente. El problema es que esto no le hace gracia a nadie.

Víctor Puch. Sal en la herida