Han desaparecido los chistes tradicionales. Las conversaciones habituales de los mortales terrícolas años atrás se salpimentaban con chistes. No me estoy refiriendo a la prehistoria de quien esto lea, a la época de los chistes de Jaimito, pero si me refiero a los cientos que se dedicaban a Franco, a Juan Carlos antes y después de ser Rey, y a personajes curiosos qué, aparecían en los chistes como el ministro Moran al parecer por una campaña organizada por Alfonso Guerra. En la España oscura de tiempos difíciles, los chistes alegraban la existencia y había maestros en el arte de contarlo que amenizaban cualquier reunión. Hoy no se cuentan chistes apenas. La televisión con su cutre monotonía habitual ha narcotizado el ingenio propio, los guasaps con su velocidad han embotado la capacidad de reproducirlos oralmente, el internet nos hipnotiza y quita el tiempo para reírse no de lo que sale en la pantalla sino reírse con otros y reírse de sí mismo, que es lo bueno.

Y la normativa legal o el convencionalismo social han capado la capacidad de generar y trasmitir los chistes. No son políticamente correctos todos los que se refieran a personas con cierta discapacidad (con lo que hacían reír los de cojos o gangosos y tartamudos), no se admiten los que pongan en duda la igualdad de género o colisionen con el respeto al orgullo LGTBI (anda, que los hombres y las propias mujeres no se reían a gusto de las procacidades si se decían con gracia), no se permiten los que tengan tinte racial (se acabó el reírnos con los chinos, los negros o los gitanos) y mucho ojo si se menta algún tema religioso. Rosarios de chistes contaban de corrido algunos dotados con el don de la «eloquentia risoria». Me declaro ciudadano de hoy, hemos mejorado en ética y convivencia, pero sépase que en general en los chistes antediluvianos a que me refiero, que nos alegraban la vida en los años 60-70-80, había un 30 % de ingenuidad, un 10 % de mala leche, pero un 60 % de gracia. ¿Dónde está la gracia en lo que hoy oímos? ¿Dónde está la risa sana y compartida? Hoy en este tercer milenio el chiste oral como gozo coral en tertulias, sobremesas o tiempos muertos, pues eso, ha muerto.

Miguel Caballú