El año comienza con tristes noticias y malos augurios para la zona. El temporal esta vez lo capeamos un poco mejor que el del año pasado, así que por verle algo positivo a la actualidad, es verdad que hemos mejorado en eso.

Ahora ya remangados y puestos en tarea toca hablar un poco de lo que se viene encima en este año presente. Son muchas las tareas pendientes y me gustaría centrarme en lo que han venido diciendo y proyectando para el futuro de Andorra y comarcas adyacentes.

Si uno comienza a revisar noticias, no puede más que mostrarse anonado, pocas veces el sentimiento general va en menor consonancia con las proyecciones. A día de hoy si le tomamos la palabra a Endesa, al señor Aliaga y a otros actores que han intervenido, nos encaminamos a un futuro donde si se plasmara lo prometido, poco menos que seríamos el epicentro del mundo.

Sé que suena exagerado, pero simplemente voy a trasladar cifras que han dado los implicados. Endesa habla de casi 1.500 millones de euros de inversión de aquí al 2026, que incluyen cabeceras comarcales y abarcan vastos terrenos, Andorra, Alcañiz, Híjar o Calanda, 4.000 empleos durante la construcción y 138 estables durante los 25 años posteriores a la construcción de todas estas construcciones de energías alternativas. Le sumamos otros 211 empleos con la inversión de más de 16 millones de la DGA y el Ministerio. Por último, Aliaga habló en junio de una empresa extranjera que podría crear más de cien empleos con una inversión multimillonaria, no sabemos más. Las cifras que salen, de sumar empleos e inversiones, son descomunales. Tan descomunales como la paralización real en la que vivimos.

Discúlpenme, pero creo que es lógico que desconfiemos, porque estas cifras en Aragón yo solo las recuerdo cuando unos supuestos grupos de inversión nos iban a dibujar en los Monegros la silueta de Las Vegas. Discúlpenme, reitero, pero los andorranos estamos en fase de superar el síndrome del oso bailarín, aquel en el que tanto tiempo bailamos al son de la empresa porque «nos daba de comer» y nos hiciera lo que nos hiciera, siempre volvíamos a ella. Claro que de aquella Endesa que conocimos no queda más que el recuerdo y estamos atravesando un divorcio traumático.

Y ojalá, por supuesto, sea todo verdad y todos salgamos ganando. No nos gustaría que todo lo prometido acabe como una simple borrachera de mentiras que en el futuro se pueda plasmar en un libro sobre exageraciones y falsas promesas. Pero la experiencia y la realidad produce todavía más incertidumbre cuando ves noticias como la de los más de doscientos despidos de Siemens en Galicia y Cuenca, es difícil creer que eso no pueda pasar el día de mañana aquí. Entonces solo me cabe preguntarme ¿cómo piensan hacer las instituciones para darle seguimiento a todo esto y hacer cumplir los planes prometidos y las promesas propias? ¿no engrandecería la democracia que por una vez mentir no saliera tan barato o lo que es más positivo, que todo esto fuera verdad?

Víctor Puch