En arquitectura las columnas son elementos sustentantes; puedo pensar que vienen directamente del menhir, que al juntarse con otro y formar cobijo con una piedra horizontal, parió el dolmen, y de aquí toda la Arquitectura.

En periodismo se llama columna a una colaboración corta y firmada, personal y creativa, que tiene, compositivamente, forma vertical.

Los columnistas de un periódico nos podemos jactar, de alguna manera, de sostenerlo, al ser los artífices de sus columnas; albañiles, pues; 'maçon' en francés. De ahí a pensar que podemos formar una 'masonería' o sociedad de apoyo mutuo, solo nos separa un paso. Un paso que doy yo, jocosamente, en esta nueva columna que espero forme, junto a las otras, el esbelto y variado peristilo ideológico de La COMARCA.

«Está usted muy literario, Sr. Lorén», podrá decirme a estas alturas algún amable lector; y yo tendré que responderle: «¿aún no se ha enterado, lector amigo, de que del 3 al 6 de septiembre se celebra en Alcañiz el curso 'Los medios de comunicación ante el cambio tecnológico' y me estoy preparando para el mismo; y qué mejor sino hacerlo literariamente, en su contenido, vamos, que de técnicas y tecnologías ya me van a decir, y mucho, los numerosos y prestigiosos ponentes del curso?».

El hecho es que me siento con ganas de nombrar a los otros compañeros columnistas caspolinos. Comenzaré por Nestor Fontoba, que ya no lo es, pero lo fue una larga temporada, la que coincidió con su inicio en la informática, de la que nos hablaba. Alfredo Grañena levantó un tiempo 'columna entregada': asentada en lo caspolino, como todo lo suyo. Actualmente escribe habitualmente Álvaro Clavero, que, además de manejar magníficamente el pincel de forma hiper realista, nos construye cada martes un texto literario, al que más que de columna los maquetadores le dan forma de frontón o pared en la que Álvaro hace rebotar su pensamiento. Caspolino considero, por eso de que «la infancia es nuestra Patria», al calandino y zaragozano aun tiempo, Carlos Saura, que pone su fuerza vertical de periodista -cual certera cristiana aguja gótica- en defensa y denuncia de problemas humanos y sociales. No quiero dejar de recordar a quienes desde su atalaya política ó social de Ayuntamientos, Comarca y Asociaciones, suelen plantar sus colaboraciones en forma de enjundiosa columna de opinión.

Y dejo, destacado en puesto de honor, al columnista caspolino por antonomasia, antigüedad y méritos: Miguel Caballú, que es quien, al leer su última colaboración, 'Neumonía', me inspiró escribir ésta. Desde aquí le deseo muy buena salud para que siga siendo, desde lo alto de su columna (cual moderno 'estilita'), el atento vigía del acontecer 'caspense' (gentilicio que usaría su primo Antonio Barceló).

Todos formamos una tupida columnata bajoaragonesa a cuya sombra y arrimo nos podemos enterar, unos de otros, del acontecer de la Ciudad del Compromiso y su entorno, con sus luces y sus sombras, sus problemas y sus logros.

Cada cual aporta, en esta obra constructiva de tinta y papel, su palabra; su 'ladrillo'. Pues en Aragón, careciendo de piedra, se construyen las columnas (incluso las salomónicas o retorcidas) de ladrillo; de ese material, pobre y sencillo aunque noble y perdurable, que es el barro.