Resulta preocupante que cada domingo desde el inicio del estado de alarma los presidentes autonómicos planteen medidas y detalles concretos respecto a la flexibilización que, pese a lograr el compromiso de apoyo gubernamental, no llegan a verse cumplidos. El caso más reciente ha sido el fin a la limitación de horarios en los municipios de menos de 10.000 habitantes y con una densidad demográfica inferior a 100 habitantes por kilómetro cuadrado anunciada hace dos semanas y que tardó cinco días en hacerse efectiva a través del BOE. Así, estos municipios tan solo han disfrutado durante tres días de algo a lo que ya se han incorporado desde ayer todas las provincias en la fase 2, prácticamente la mitad del país. Este domingo el presidente de Aragón también logró que Pedro Sánchez entendiese que el medio rural puede implementar medidas concretas de la fase 3 a la fase 2 actual, pero por ahora no se ha visto ni un solo avance en este sentido ni tampoco respecto a la movilidad interprovincial. Debe aclararse de una vez si el criterio para aplicar estas medidas es estrictamente técnico-sanitario o hay otros condicionantes, como la política, que están contribuyendo a esta presión. No tiene sentido alguno que se encuentren en una misma fase de estado de alarma territorios como el nuestro, con un solo ingreso por Covid-19, con hábitos de vida ajenos a las masificaciones y con una densidad de población relativamente baja, a otras zonas del país metropolitanas.

La aplicación de las mismas normas para la ciudad y el medio rural está provocando importantes agravios, y los pueblos lo están asumiendo sin embargo de forma ejemplar, sin hacer ruido porque prefieren la prudencia a salir de la emergencia. Ayer se vio de nuevo el contraste en el inicio de una fase 2 a medio gas, con un sector de la hostelería dubitativo y muchas empresas sin abrir aún, y eso que la ampliación al 50% de capacidad ordenada por DGA a última hora del domingo va a permitir más de flexibilidad. Con todo, ahora lo que nos corresponde a todos es respaldar a todo el comercio abierto en nuestro territorio y también al sector turístico, que mueve un importante PIB de forma directa e indirecta. Recorrer nuestro entorno estas semanas, consumir nuestra gastronomía, industria y comercio local o patrimonio turístico es un deber básico para que podamos aprobar esta primera parte del examen.

Editorial