Los dos grandes partidos del panorama nacional han realizado sus congresos, perdón corrijo el PP convención, que no es algo muy distinto, pero así ya tienen otra excusa para pegarse el festival de golpes en el pecho otra vez más.

El del PP consistió en dar una falsa imagen de unidad alrededor de un líder del que saben todos los que le rodean que carece de carisma, que ha dado muchos bandazos, aunque yo tampoco veo tan mal que se pueda cambiar de opinión y cuya gran posibilidad pasa por recoger la manzana madura que cae por su propio peso del árbol, solo esperar que si le toca recogerla, no éste ya demasiado podrida. Tiene sentados a su lado a dos líderes que sabe que son más fuertes que él, normalmente en los equipos la estrella es el mejor, otras veces es el que más camisetas vende, que no tiene por qué ser el mejor, pero en el PP seguramente ni es el mejor ni es el que más camisetas vende. Casado tiene en el centro del campo a un gallego ya curtido en batallas, que ha sido el único de sus jugadores que ha sabido defender y hasta regatear a los famosos extremos derechos que tanto dan que hablar en los últimos años, en su contra parece jugar un pasado un tanto turbio del que tienen conocimiento hasta en las cloacas. En otra posición juega la madrileña Ayuso de la que el propio Casado tiene que tener claro que vende muchísimas más camisetas, es más a su lado Casado más bien parece Casadillo, pero ella, que de tonta no tiene un pelo, tal vez espera el momento oportuno para saltar al campo, pues recuerda cómo se precipitó su madrina Esperanza.

Si la del PP fue una convención poco creíble y en la que poco o nada se habló o propuso para resolver los problemas de los españoles, el congreso del PSOE se empeñó en superarlos por los cuatro costados y lo hicieron. Pese a ser el partido del gobierno ni se cortaron, ni mencionaron algún problema, estos directamente sí que solo saltaron a la pasarela para decir somos tan guapos que al más guapo lo tenemos de presidente. Felipe salió a lucir canas tanto físicamente como políticamente, pues ahora mismo no sé si hay algún español que apoye en lo que se ha convertido, de hecho, hasta vergüenza tenían de aplaudirle. Lo de la luz disparada, los Ertes, el paro, la pandemia, la inflación y todo lo que nos asfixia ya si eso lo dejamos para otro día, total vamos sobrados de todo en el fabuloso mundo de nuestras cabezas.

Con diez años menos hubiera blasfemado, pero ahora, como otros tantos, me limito a observar desde la distancia, esperando de estas gentes que llegue el día en el que bajen de sus naves, esperando el día en el que les podamos decir «el problema es aquí y es ahora» y extendiendo la mano porque supongo que después de tanto viaje por mundos de fantasía estarán desorientados.

Víctor Puch. Sal en la herida