Sra Directora:
Permítame este escrito para manifestarle la sensación de desamparo que estamos padeciendo todos aquellos, que mantenemos un pequeño negocio y tenemos que enfrentarnos a esta crisis sanitaria y económica sin precedentes. Somos los autónomos, esa especie inadaptada al subsidio que está siendo analizada en los laboratorios por los científicos del CSIC para quien la ciencia todavía no ha podido descifrar su génesis. Trabajo en una asesoría de empresas junto con otros tres compañeros. Las personas que, como nosotros, se dedican a esto, a «los papeles», van a saber en seguida a qué me refiero. Trabajamos, como digo, cuatro personas que durante estos días hemos estado colapsados, desbordados por nuestros clientes que nos reclaman angustiados una solución para sus dramáticas situaciones que la administración no les proporciona: a la amenaza de contraer el virus, se une la realidad de haber pasado una semana sin haber hecho un solo euro de caja, teniendo que pagar salarios, el alquiler, la luz, el teléfono, la cuota del préstamo de la furgoneta, el gestor, las compras de hace quince días… y la cuota de autónomos y seguridad social del personal.

Las llamadas de nuestros clientes, pequeños negocios de autónomos y pequeñas sociedades familiares, nos ruegan que les lancemos la tabla de salvación para el bote a la deriva en el que navegan. Han dicho en la tele… he oído en la radio…he leído en el periódico… Nos llaman y nos reclaman, nos re-envían cosas que les llegan. Unas veces lo hacen resignados y en otras ocasiones lo hacen con una alta dosis de tensión, es un verdadero drama. «Nadie se va a quedar atrás…» dice y repite el Sr. Sánchez; para himno de un equipo de fútbol inglés puede servir pero no nos sirve a los autónomos que hoy, como ayer, nos vamos a acostar en estado de shock con la incertidumbre del día después. ¿Qué está pasando? ¿Cómo va a ser mañana? ¿Dónde está el fin? No me voy a extender aquí en comentar las medidas económicas que se han ido sacando de la chistera estos vendedores de humo: desde el aplazamiento de las deudas de los contribuyentes, las ayudas para financiar compras de ordenadores, pasando por la prestación extraordinaria hasta que dure el estado de alarma con la que pretenden compensar una parte de los costes fijos por levantar la persiana. ¡Qué broma! Se nos está despreciando. Lo del teletrabajo es de chiste pero sin ninguna gracia. Esta «tendencia»,  podría resultarle útil a determinados trabajadores de la administración ¡y tanto que les resulta útil! pero a nosotros los autónomos que sobrevivimos a una permanente presión de «lo público» que nos engulle y nos devora con unas exigencias imposibles, es poco menos que una quimera (digo quimera y así no digo falacia). Esta pandemia (que nos dijeron que era como una gripe, que no iba a afectar a nuestro crecimiento económico, que se iba con el calor…) está siendo letal para las familias que lo sufren en sus seres queridos pero además está dejando al descubierto la cantidad de cargos, asesores, políticos y políticas que no sirven absolutamente para nada y que los autónomos y los no autónomos sustentamos con nuestros impuestos. Para que luego racaneen, se resistan y se hagan de rogar para excluirnos durante dos meses de la cuota del Régimen Especial de Trabajadores Autónomos. ¡Es intolerable!

Arturo J. Muñoz Lozano