No hay mejor libro que la vida misma ni mejor profesor que la realidad que nos rodea. El confinamiento social ha generado una nueva forma de vivir el día a día. Los centros educativos han cerrado sus puertas y profesores y alumnos interactúan a distancia. Las familias intentan sobrellevar la nueva situación, en la que no faltan los nervios, la impotencia, el miedo y el desconocimiento de los procesos de aprendizaje.

Asistimos a un momento histórico. Ahora lo importante es que los niños, niñas, muchachos y muchachas, cada uno a su nivel, aprendan de lo que están viviendo, que saquen muchas lecciones, que vean el comportamiento de los políticos, que conozcan la debilidad humana, que valoren la presencia y el amor de sus familias, que se empapen de conocimientos médicos, científicos e incluso económicos, que entiendan estadísticas, que escriban sobre lo que sienten, que dibujen y verbalicen sus inquietudes, que colaboren en casa, que se disciplinen y también que se desahoguen y jueguen. Todo eso será la mejor lección que aprenderán y que podrán transmitir a sus hijos y nietos. No pasará nada si en estos tres meses no les enseñan a formular, si quieren o lo necesitan, ya aprenderán en el futuro.

El curso 1973-74 ingresé en la Universidad, fue el año en que las clases comenzaron en enero de 1974 y acabaron en junio. El curso siguiente no tuvimos clase desde febrero hasta junio y hubo aprobado general. Me licencié en 1978 sin haber estudiado arte gótico en toda la carrera, pero mi tesis de licenciatura fue sobre ese estilo y ahora, con toda la modestia del mundo, me considero un pequeño especialista. En la asignatura de Historia Contemporánea estuvimos todo el curso con las revoluciones burguesas y no pasamos de 1848, luego, durante muchos años, impartí la asignatura de Historia del Mundo Contemporáneo en COU. Nunca estudié ni economía ni demografía, pero me atrevería a decir que, gracias a mis investigaciones y a la práctica, sé algo de esas materias. En definitiva, estudiar es muy importante, pero más importante es aprender y practicar, tener disciplina, sacrificarse, curtirse y saber que la vida es dura, pensando que en algún momento sufriremos esa dureza en nuestras propias carnes, pero habremos aprendido a resistir.

Manuel Siurana