Por transcender lo local me veo obligado a hablar de la campaña electoral que se está desarrollando en Madrid para elegir su parlamento Regional.

Pero no quiero participar en la batalla de insultos en su contra suscitada por la persona candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso, a la que se le acusa de que, llegado el caso, tendrá que pactar con VOX, como si Sánchez no lo hubiera hecho con Bildu y los independentistas catalanes cuando los necesitó para llegar a la presidencia. Estos no serán fascistas pero si han expresado explícitamente que les importa ‘un bledo’ el país del que Sánchez es presidente.

Si Franco tildaba de «comunistas» a todos sus opositores (razón no le faltaba en cuanto que no dejaron nunca de luchar para derrotarle) la izquierda, siguiendo pautas de Pablo Iglesias Turrión (del que todos conocemos su currículum, palabras y acciones), en estas elecciones tilda a toda la derecha de «fascista», incluso utilizando métodos verdaderamente fascistas, como apoyar y no condenar a los que atacan los mítines de VOX a pedradas, o tratar de conseguir silenciar a los medios de comunicación que les hacen entrevistas, que si no lo secundan pasan a ser ‘ipso facto’ «fachas». Defienden pues un ‘pensamiento único’, que es lo que más lejos está de una verdadera Democracia, usando como arma de desprestigio elementos vergonzosos de la historia.

El fascismo (como respuesta doctrinal a la irrupción del comunismo y a la crisis económica de principios del siglo XX) fue algo muy complejo que tuvo un origen, un desarrollo y varias maneras de imponerse en diversas naciones (Italia, Alemania, Portugal, España) que aplicaron sistemas con parecidos principios ideológicos pero con acciones no iguales. Todos defendían la propiedad privada, la familia, el sentimiento nacional y la religión, mientras que el comunismo atacaba frontalmente esas mismas cosas; pero ambos, comunismo y fascismo, tuvieron en común su organización totalitaria y jerárquica, poniendo al Estado en la cúspide, con un Jefe y un Partido que lo determinaba todo.

¿Que pinta todo esto ahora en la Comunidad de Madrid? Pues que a uno de los partidos en liza (tercera fuerza en el parlamento de España, con seis millones de votantes) le apoyan los residuales o nostálgicos del franquismo (es cierto, pero no olvidemos que en España hubo una guerra civil que ganaron y casi 40 años franquismo); pero junto a ellos son votantes de VOX millones de personas desencantadas de los gobiernos anteriores (en eso coinciden con Podemos) que siguen creyendo en la familia, la propiedad privada, el sentimiento nacional español y sus símbolos, y la religión. Pero de ahí a poder decir que todos los de VOX son fascistas dista mucho de la realidad. Como no son ‘estalinistas’ todos los que apoyan opciones comunistas (la antigua Izquierda Unida o el Propio Podemos).

Pero en esto estamos en Madrid, en el «no pasaran» y en el «que llegan los rojos» de 1936. En una confrontación que es como un interesado Pim Pam Pum más digno de una feria que de una campaña electoral seria. Se enfrentan dos modelos sociales, por supuesto, pero pretendiendo usar por parte de algunos procedimientos que no son de recibo en una verdadera democracia.

Alejo Lorén