Whatsapp: «Hola mi princesa. ¿A quién escribes de madrugada?, ¿porqué te conectaste anoche a las 01.00?… ¿con quién hablabas? , ¿con ese amigo tuyo?, ¿te parece bien? Perdona, sé que puedo parecer celoso pero es que te quiero más que a nada… Y, mira, todos los tíos pensamos en lo mismo, no vayas a creer que quiere sólo por amistad. No creo que sea buena idea que os vayáis juntos de viaje sin mi para protegerte».
Whatsapp: «Hola mamá. No iré finalmente al viaje para la prueba de la beca en Madrid. No estoy preparada, la dejo para más adelante. No te preocupes, cuando sea ya me llevará Javier. Así mejor. Me tomo el finde libre. Muac».
Whataspp: «Hola hija… ¿estás segura? Con lo que has trabajado… Bueno, tú decides. ¿Has llegado ya a casa? Dime algo… es muy tarde y estoy preocupada»
Whatsapp: «Estoy bien, en casa de Javier. Perdona, te escribo desde su móvil. Me quedé sin batería y no llevo el cargador ni nada. Contacta aquí para emergencias. Bss».
Whataspp: «Hola chicas. No voy a poder ir a la fiesta de hoy aunque tenía muchísmas ganas. Está Javi un de bajón y no le apetece salir. Hemos discutido, pero ya bien. Me pide que me quede con él, y con esa carita no puedo decirle que no. Es la primera vez que me pierdo un cumple, y espero que la última… Kiss»
Whatsapp: «Hola mi princesa. Te has ido sin despedirte. ¿Ya has cargado el móvil y podido cambiarte de ropa? Te dejaste la agenda. ¿Quién es Juan? Pone: Lunes-reunión con Juan… ¿Te recojo y te saltas la última clase? Ha escrito la pesada de tu madre. Pasa de ella y te subo al cielo».
Según el último informe de Save the Children, «No es amor», 1 de cada 4 adolescentes de 16 y 17 años sufre violencia psicológica y de control. Los datos que arroja la macroencuesta de Violencia de Género del Ministerio de Igualdad alerta sobre el negacionismo de las adolescentes sobre la violencia machista. Sus parejas controlan sus redes sociales, con quién salen, qué ropa llevan, les aconsejan sobre qué pueden hacer, dónde ir, fiscalizan sus horarios y las relaciones con sus familiares. Entienden que la violencia machista no está sólo reservada a mujeres adultas, que se ciñe a gritos, palizas o asesinatos. No ven que el machismo empieza en la escuela, que nos rodea en la música, en la moda, en las redes, en el cine, en el sexo y la pornografía. La Agencia Española de Protección de Datos alertó hace unos meses de que la edad media de acceso al porno entre menores se sitúa en los 8 años en España. Un 71% de los chicos y un 28% de las chicas adolescentes la ven habitualmente y en la mayoría de contextos se ejercen roles sexistas e incluso violencia que un menor identifica como un patrón real.
La educación desde la infancia es el mejor seguro del progreso en la batalla contra la violencia hacia las mujeres a medio plazo. La mayoría de los actos que se han programado por el 25N apenas han tenido impacto ni interés. Todos suman, pero no han llegado adonde debían. Apenas hubo público, y por supuesto, casi ningún hombre, ni siquiera en los talleres de nuevas masculinidades. Deberíamos reflexionar todos sobre cuáles son nuestras metas y los pasos a seguir. No se trata sólo de exposiciones, charlas, minutos de silencio, manifiestos, webinars, o vídeos para sensibilizar a quienes ya estamos plenamente en esta lucha. Varios institutos y centros escolares realizaron actos de visibilización, pero hace falta más, mucho más. Las mujeres deben denunciar más, sentirse más respaldadas y estar más empoderadas, aunque falten muchos recursos para ayudar a las que sufren en su día a día. Ese es el ahora. Y hace aguas por todas partes. Pero hay que mirar sobre todo al negacionismo que crece, porque es el peor síntoma de que algo no va nada bien. 1 de cada 5 chicos de 15 a 29 años cree que la violencia de género no existe. Ojo a eso.
Antonio German Torres dice
Apreciada Sra. Defior:
La telefonía móvil digital empezó a funcionar en España el año 1995/96. El desarrollo de las redes capaces de cubrir todo el territorio nacional podría no estar conseguido cuando escribo estas notas. Yo compré mi primer móvil en 1997. Aquel año, mi trabajo me llevó a residir en Shanghái, y el móvil era la forma más cómoda de mantener comunicación con nuestros hijos. Antes de marchar, y para asegurar que esa comunicación sería muy fluida, instalé en mi casa de Barcelona un teléfono-fax. Cada día nos escribíamos una carta, en las dos direcciones, para que la familia estuviera al día de nuestras vidas cotidianas. Yo tenía 53 años. Mi hijo mas joven tenía 19 años.
En aquel tiempo, no era el móvil el instrumento que conocemos hoy en día. Los chicos jóvenes ignoraban su existencia en la mayoría de los casos. Hoy mis nietos disponen de móvil a partir de los 10-11 años. Muchos padres han considerado que el móvil es un medio de mejorar la seguridad de los hijos y la tranquilidad de los padres. En todo momento se puede saber dónde está una persona (si lleva el teléfono conectado).
Viene esto a cuenta de las cosas que he leído y escuchado con motivo del último 25N, fecha dedicada a concienciar a la sociedad sobre los problemas de la violencia contra las mujeres. Mucho se ha escrito considerando que el uso del móvil es una de las formas en las que se practica esa lacra. A mi edad, no dejan de sorprenderme qué criterios se usan para juzgar las preguntas que al parecer hacen los chicos para controlar a las chicas, y por tanto para ejercer un tipo de violencia que “presagia” cosas peores.
Como he dicho, mis nietos que usan el móvil sin restricción alguna, naturalmente pagado por los padres, parecen haber aprendido esos lenguajes y esas preguntas de sus propias madres, que son las que en su afán protector controlan cada paso de sus hijos. Como tantas cosas, es la propia familia la que consciente o inconscientemente crea estas prácticas de control.
Pero a esto se ha de añadir también que nunca la rebeldía de los hijos e incluso el maltrato a los padres ha sido algo tan grave como hoy. Cuando observo la decadencia de un bien tan preciado en la cultura oriental, como es la piedad filial, y veo que, en nuestro país, prácticamente se desconoce, me siento triste, porque vamos convirtiendo día a día los valores familiares en “negocios”. ¿Quién de nuestros mayores habría cobrado por cuidar a sus padres? Como se puede calificar de progreso la actual perdida de responsabilidad de los hijos respecto a sus mayores.
Y respecto a las preguntas de control sólo un comentario. Uno de mis hijos es especialista en Cibernética forense, y una parte de la misión de esa ciencia es asegurar que el uso de la informática se hace cumpliendo la ley. Los gobiernos tienen los medios técnicos suficientes para evitar usos de la informática que atenten contra las leyes. Cuanto mejor lo hacen, mas intervenida se siente la sociedad y menos libertad tiene el individuo, pero si se hace bien también esa sociedad está mejor protegida. Hoy esta realidad afecta a todo lo que pasa en nuestras vidas, por ello en la mayoría de los casos la búsqueda de informaciones personales, ya las haga un novio, una esposa o una mamá, son practica diaria. Habrá que meditar si los comentarios sobre este tema del 25N no son mas que una observación, la punta del iceberg de los actuales sistemas de control que todos los poderosos ejercen.
Gracias por sus columnas y reciba un saludo muy cordial.