Me pregunto si, en el caso de ser inmortales, existirían las religiones, al menos tal y como las conocemos. Porque en buena medida todas ellas tratan de responder a lo que hay tras nuestro paso por la vida e intentan encontrarle un sentido a ésta.

Muchos dicen que desde siempre han sido una herramienta para controlar a la gente. Pero en el fondo, si nos paramos a pensarlo, con sus luces y sus sombras, las religiones han venido desempeñando un papel similar a la filosofía y a la política, pues todas ellas tienen muchos puntos en común.

Personalmente a mí cualquier religión, sea la que sea, me parece buena siempre que propugne unos valores para afrontar la vida e intentar ser mejores personas. Si las analizamos en detalle todas tienen en común el respeto por la vida y el amor a los demás y hacia lo que nos rodea. Otra cosa bien distinta es el uso que han hecho los hombres de esos preceptos morales en su propio beneficio.

La espiritualidad es algo interno que nos ayuda a mantener el norte (o el sur), lo cual no quita para que esa vida interior sea algo que podamos compartir y que de hecho nos enfoque a compartirnos y darnos a los demás.

Yo no me considero tanto religioso como espiritual, aunque al fin y al cabo se puedan entender ambos conceptos como sinónimos, o casi.

Hace poco tuve oportunidad de visionar un video que decía que el verdadero Dios estaba en el exterior y no en las iglesias. En la otra gente que tenemos enfrente, y a nuestro lado. Y no en una suerte de Paraíso ajeno y distante.

En parte lo comparto, pero el hecho de que valoremos, respetemos y queramos lo que está a nuestro alrededor y a quienes están a nuestro alrededor no quita para que uno pueda tener sus momentos de recogimiento en la iglesia, la mezquita, el templo o el bosque sagrado. No es algo excluyente.

El cielo y el infierno nos siguen allá donde vayamos. Están en nosotros y en nuestras acciones. Todo depende del camino que queramos elegir, y en la vida de una persona ambos se manifiestan en un momento u otro. De eso no hay duda.

Con la política pasa otro tanto. No porque haya muchos políticos deleznables es innecesario un sistema con unas reglas para vivir y para administrar y gestionar una serie de recursos para un grupo de gente.

De hecho la finalidad de la política es mejorar nuestra vida, aunque el mal uso de la misma por parte de cuatro gerifaltes de tres al cuarto en ocasiones haga que nuestras vidas empeoren y mucho por su incompetencia manifiesta.

Pero yo sigo creyendo en que la bondad existe. Y que esa parte espiritual que aunque no queramos admitirlo llevamos inserta en nuestros genes, también está ahí.


Me gusta pensar en ello, y me gusta compartirlo con ustedes. Que la paz les acompañe en estos días de canícula, que falta nos hace a todos, y feliz semana. A más ver, amigos. Y felicidades en el día de tu cumpleaños, Mamá.

Álvaro Clavero