La semana pasada hablábamos de las religiones, su existencia y el uso que los humanos han venido haciendo de ellas.

A mí me parece que contienen aspectos positivos, generalmente son aquellos conceptos que tienen todas en común, como la generosidad para con el prójimo, la bondad, la conexión con el todo, el hecho de intentar ser mejores cada día…

Y creo firmemente que esos principios no tienen por qué estar reñidos sea alguien católico, protestante, musulmán o budista.

Pero a menudo nos complicamos la existencia cuando todo podría ser mucho más fácil de lo que pensamos.

Buscamos ser felices, aunque la felicidad sea algo a lo que se puede llegar por muchos caminos y pueda tener muchas caras.

Lo que a unos les disgusta, a otros les alegra. Y a veces lo que a unos les parece bueno, a otros les parece lo contrario. La felicidad de unos parece incompatible con la de otros.

Como han venido haciendo los humanos con las religiones. Y con la política, que también mencionaba la semana pasada.

Cuando los diferentes grupos políticos están ahí, deberían saber que es porque tienen unos problemas que arreglar y unos recursos que gestionar: los de los ciudadanos.

No los del propio partido, que acaba confrontando con los otros partidos y cuyos miembros, internamente, acaban también confrontando entre sí. Al menos en no pocos casos y a todos los niveles.

Sin embargo supongo que las diferentes visiones suman un todo, son parte de algo más grande, conforman un equilibrio, aunque no siempre lo entendamos y nos quiten el sueño en más de una ocasión. Pero así es la vida, un continuo aprendizaje.

Hoy es San Fermín. Atípico, por la situación. Sin fiesta, sin encierros y sin ese pistoletazo que confirma todos los años que sí, que ya estamos en verano, que el verano ya está aquí.

Dura situación ésta que no termina de tener fin. Sin vacuna cierta aunque sí con ensayos que dicen ser prometedores. Con la esperanza puesta en los científicos. Con la esperanza puesta en la vida.

No sé cuál sería ahora el barómetro de la esperanza. No hay datos objetivos como para construirlo.

Pero a pesar de todo, a pesar de los virus, los malos políticos, los índices macroeconómicos y el imperialismo británico, la esperanza sigue tan viva como siempre. ¿No lo creen ustedes?

Feliz semana, y a más ver, amigos.

Álvaro Clavero