El pasado 9 de Abril se celebró el 1er Día Internacional de la lana, una iniciativa de European Wool Exchange Fundation que pretende visibilizar y revalorizar un valioso recurso olvidado. ¿Olvidado? A mi me gusta ser optimista…

La lana ha formado parte del bienestar de las personas desde el Neolítico (desde que se iniciaron las labores de agricultura y domesticación de animales) y nos ha acompañado hasta la la segunda mitad del siglo pasado, en la que el petróleo y lo sintético colonizó nuestras vidas. Si bien es cierto que a nivel industrial las fibras sintéticas, han inundado el planeta, generando un gran problema ecológico y de salud, y llevando prácticamente el olvido las fibras naturales….aún hay esperanza.

Esperanza porque la lana es un material natural increíblemente versátil, con unas propiedades difícilmente inigualables y que forma parte de un ciclo que ha acompañado al ser humano durante miles de años. Ahora, con una mirada de consciencia ecológica una parte de la tecnología e industria textil está recuperando este material y re-adaptándolo a nuestras «nuevas necesidades»: desde ropa técnica de alta montaña en lana merino a aislamientos para viviendas eficientes y ecológicas, pasando por usos para la agricultura ecológica (acolchados, maceteros para planté…).

Esperanza porque la lana «teje personas»…cada vez más, se visibilizan proyectos artesanales o pequeños talleres de recuperación de las lanas autóctonas de cada región, que van revalorizando usos y tradiciones, a la vez que apoyan a la ganadería local, tan castigada. El mapa de iniciativas para poner en valor la lana, de mallata.com, visibiliza algunos de los proyectos de toda España, dos de los cuales están en Aragón, uno en Ansó (razaansotana.org) y el otro en el Matarraña (@obellas.lana). Y un dato más…la gran mayoría de proyectos están impulsados por mujeres de zonas rurales y que trabajan con las razas autóctonas.
¿En el Matarraña?
Si, una iniciativa que pretende poner en valor este recurso rural a través de la artesanía, la recuperación de tradiciones, la creación de espacios de vínculo entre generaciones y formación.
Procesamos lana de oveja, principalmente de las razas de los pastores de la zona: Rasa Aragonesa, Ojinegra de Teruel, Roya Bilbilitana y Maellana (estas dos últimas en peligro de desaparición). Un proyecto aún pequeño, pero que sobre todo tiene vocación de educar, de llegar a las escuelas e institutos y «transformar la lana», de llegar a grandes y pequeños para crear vínculos entre ellos y con el territorio, de aprender de las » madalaperes», de los pastores y esquiladores, de mantener vivo un increíble recurso rural.

Pero volviendo al inicio….Lo paradójico de esto, es que hemos necesitado desterrar la lana como recurso hasta el punto de convertirlo en residuo para después, y tras contaminar el planeta, volverlo a poner en valor con los mismo usos que antaño. Para ponernos en situación el fieltro (lana fieltrada) es el primer material textil creado por el ser humano antes de aprender a hilar y tejer, utilizado para abrigo y utilizado también para aislamiento de viviendas (yurtas de los nómadas de mongolia).
Aprendamos de esta experiencia para no repetir los mismos errores…intentemos no destruir para construir, sobre todo cuando la destrucción podría ser irreparable.

Innovar y reinventar de forma sostenible y consciente es posible, adaptar los conocimientos ancestrales y sus usos a las nuevas necesidades y tecnologías sin dañar ni destruir nuestros paisajes, nuestros recursos, nuestras personas… debería ser lo prioritario en cualquier situación. Aprendamos a avanzar de forma consciente y sostenible, aunque esos pasos sean un poco más lentos, a la larga saldremos todos.

Marta Fernández – Gents del Matarranya