Imagine que cultiva con mucho cariño una flor y se transforma en un pequeño fruto. Para protegerlo, le coloca una fina bolsa de papel traslúcido. Durante cuatro meses permanece ahí oculto, ajeno al verano que transcurre, sintiendo sólo el calor del sol… al abrigo de la lluvia, el cierzo y los insectos. Tiene suerte porque se libra de alguna pedregada y otras inclemencias. Después del Pilar, puede adivinar en el interior un fruto redondo anaranjado, tremendamente tierno. Cierre los ojos. Inspire hondo.  Sienta su tacto aterciopelado, siga su forma suave, salive con calma su carne dulce… Ahora haga este ejercicio multiplicado por cuatro millones de kilos. Enhorabuena, ha conseguido cultivar un Melocotón Denominación de Origen Calanda y visualizar la enormidad que abarcan los 45 municipios que pertenecen a la D.O. Es uno de nuestros «alimentos nobles». Una definición que el Gobierno de Aragón ha otorgado con acierto a nuestra agricultura esencial, esa que nos define como región. Promocionarla dentro de nuestras propias fronteras es el primer paso para aprender a valorar lo que tenemos, consumirlo, y soñar con las mil maneras de hacerlo crecer.

Estos días no hay rincón en el Bajo Aragón que se precie en el que la fruta tardía de otoño no esté presente. Ningún otro lugar de nuestro país huele a melocotón en octubre y noviembre, meses de castañas, setas y boniatos. Saberse único y diferente nos identifica como territorio, ese en el que las Denominaciones son garantía de origen y calidad. Deberíamos llevarlo más por bandera, tanto por lo que significan como por las decenas de familias que viven de ello. Hoy, cuando hacemos balance de esta campaña, pienso en el medio centenar de hogares que han tenido que cortar por lo sano sus melocotoneros en Maella y Mazaleón por la plaga sharka. Allí en vez de a fruta huele a quemado, porque están muy molestos con la forma en la que se ha abordado su tremenda situación desde el departamento de Agricultura. No es para menos, su mal se va a prolongar durante varios años en los que esta forma de vida arraigada a la tierra se les ha arrancado. Cincuenta familias aquí son muchísimas, aunque podrían ser más. En ese caso, ¿la respuesta habría sido la misma?

Las denominaciones de origen deben también servir para lo que su propio nombre indica, denominarnos, en la salud y en la enfermedad. Esos 54 pueblos que abarca el melocotón D.O. tienen una fuerza tremenda unidos. Sus reivindicaciones, acciones y propuestas pueden llegar muy lejos a través de un frente común. Es la Tierra Baja, la misma que marca también la IGP del Vino de la Tierra, que se extiende mucho más allá, llegando hasta 82 municipios; y la de la D.O. Aceite del Bajo Aragón, con 77 pueblos. Este terruño, por el que todos trabajamos campaña tras campaña, se define a sí mismo por los árboles que lo rodean (olivos, almendros, melocotoneros y vides) y lo que entre ellos contienen, unas 75.000 personas que no han de cansarse de defender los valores que los hacen denominarse Bajo Aragón Histórico.

Eva Defior. Sexto Sentido