La tromba de agua y granizo que acaba de asolar Calanda, Andorra y hace unos días Alcañiz, ha arruinado el trabajo y la producción hortofrutícola de muchos agricultores. Un duro golpe para las economías familiares de toda la comarca. Pero también ha afectado naves, vehículos, inmuebles y un largo etcétera de infraestructuras cuyos cuantiosos daños toca evaluar y solicitar las correspondientes ayudas o seguros que mitiguen en parte las pérdidas ocasionadas.

Parece que los agoreros presagios realizados desde hace décadas por la comunidad científica, basados en datos empíricos sobre el calentamiento global, tienen como consecuencia desatar la furia de la naturaleza sobre el común de los mortales. Lamentablemente, este tipo de meteoros que antes eran la excepción, parece que ahora son la norma y tanto la ciudadanía a título individual como sus gobernantes en la parte colectiva, tenemos que estar lo mejor preparados posible para hacer frente a este tipo de circunstancias que han venido para quedarse.

Es bien cierto que, como suele decirse, nos acordamos de santa Bárbara cuando truena. Pero de la misma manera que existen protocolos de actuación en caso de incendio o de nevada, deberíamos prever qué tipo de acciones toca realizar en casos de riesgo de granizo para proteger a la población, de forma prioritaria, a sus bienes y propiedades.

Las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología permiten, a 48 horas vista, tener un escenario muy próximo a la realidad meteorológica que se avecina y, por tanto, un tiempo precioso para tomar medidas y ultimar detalles de cara a minimizar el impacto de la naturaleza, siempre y cuando haya un plan diseñado que permita aminorar las posibles afecciones.

Ignacio Belanche. CHA Valderrobres