El Gobierno de Aragón no descartó ayer ante los alcaldes del Bajo Aragón-Caspe seguir sufragando la línea ferroviaria Fayón-Caspe más allá del 31 de marzo, siempre y cuando vea predisposición por parte del Estado a posibilitar el mantenimiento del servicio. El departamento de Vertebración del Territorio quiere que el Ministerio de Transportes asuma al fin el coste de este servicio, que lleva sufragando DGA desde 2013 para no perderlo aunque no entre dentro de sus competencias. Esta misma semana, el departamento de Vertebración del Territorio espera comenzar a negociar en Madrid con los responsables ministeriales la continuidad tanto de este tren como de otros que afectan a Aragón y, para ello, quieren contar con el apoyo de los seis alcaldes bajoaragoneses. Estos ediles se levantaron en armas la pasada semana y se dieron la mano para no perder esta reivindicada línea de tren que cada día usan decenas de vecinos para moverse por la comarca; cubriendo necesidades como trasladarse al ambulatorio de referencia o acudir a su centro de trabajo. El tren también contribuye a desarrollar el sector turístico en la zona puesto que, desde Fayón, se fletan autobuses a la estación para recoger a los visitantes.

Las administraciones han de entender que para vertebrar el territorio es necesario dotar a todos los aragoneses de los servicios necesarios y básicos; vivan donde vivan. Sin duda la presión de los vecinos y ayuntamientos ha sido clave para que DGA se siente con los alcaldes. Las asociaciones caspolinas volvieron a exigir ayer en la plaza de España de Caspe que no se pierda este tren.
Ahora, el Estado ha de demostrar con hechos que realmente el Reto Demográfico es una de sus prioridades. Está muy bien crear un Ministerio y darle rango de vicepresidencia así como anunciar fondos multimillonarios para combartir la despoblación. No obstante, la población se fija con pequeñas acciones como la que ahora se presenta; sufragar los costes de un tren que aunque económicamente no es rentable, socialmente es indispensable para mejorar el día a día de aquellos que apuestan por mantener vivo nuestro medio rural.

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