¡Qué alegría! Ya se escucha la sirena del tiovivo, el ritmo de las charangas, las melodías de las orquestas y a la gente entonando a todo pulmón canciones típicas de las fiestas de pueblo como Paquito el Chocolatero, Soldadito Marinero o Fiesta Pagana. Parecía que no iban a llegar nunca, y aquí estamos, tres años después desempolvando nuestras mejores galas para ir de punto en blanco a todos y cada uno de los actos. Bueno, no a todos. Después de la orquesta, toca cambiar los vestidos y los tacones por unos vaqueros y deportivas para terminar la fiesta por todo lo alto. Sin darte cuenta, la noche se despide hasta el día siguiente y aparece el amanecer a golpes de tambor pero la jarana no siempre termina con la llegada del día. Para poner el broche de oro, toca ir a las peñas o al bar a tomar un buen desayuno y recargar pilas para el día siguiente.

Llegas a casa a duras penas, agotado por el cansancio. Te echas en la cama. La cabeza te da vueltas y tus oídos todavía vibran al ritmo de la música. Casi no se escucha nada en la calle, solo el motor de algunos coches y tractores de aquellos que se van a trabajar. En ese momento de tranquilidad después de horas sin parar te pones a pensar brevemente en los recuerdos que se han formado esa noche. Las risas, los bailes y los buenos momentos con tus amistades. Sin darte cuenta, te dejas caer en los brazos de Morfeo.

Cuando te despiertas, tu cuerpo se agita de nuevo, expectante de lo que le depara la segunda noche de fiestas. Comes un poco para retomar fuerzas y quedas con tus amigos para ir a las vacas, la jota o las carreras y cucañas. Durante cuatro días efímeros creas esta rutina tan intensa que cuando estás contemplando los fuegos artificiales de fin de fiestas no sabes en qué momento se han evaporado estos días. Te despides de ellas hasta el año siguiente y te das cuenta de que tus fiestas, mi querido Mundo Rural, son las mejores que existen y quien diga que no, es porque no las ha vivido tan intensamente.
Disfrútalas como nunca. Nos vemos pronto.

Emma Falcón. Cartas al mundo rural