La Unión Europea ha anunciado otros 7.500 millones de euros para apoyar la descarbonización, de los que más de trescientos vendrán a nuestro país. Estarán dentro de los 600 que ya anunció la Ministra Teresa Ribera; y se unirán a varias líneas de ayudas del Miner y el Fondo de Inversiones de Teruel ligadas solo a la cuenca minera. Además, hay que sumar a esto los proyectos de energías renovables, muchos de los cuales implicarán importantes fondos para los ayuntamientos del territorio. Sobran los planes, mesas de trabajo y reuniones participadas para trazar estrategias de desarrollo. El borrador del plan de transición justa del Ministerio analiza la realidad territorial y aporta líneas generales de trabajo que no ahondan mucho más allá ni permiten apenas extraer conclusiones para ponerse a trabajar. El tiempo apremia y los lugares comunes dilatan el desbloqueo de la situación. A cinco meses del cierre de la Central Térmica de Andorra, conviene que nuestras autoridades se planteen de forma seria crear un organismo independiente y dotado con personal experto en comercialización para gestionar todos estos fondos e impulsar proyectos ligados al territorio, en coordinación con otros agentes y grupos de desarrollo local, tanto desde una perspectiva pública como privada o en colaboración entre ambas.

El único camino para que los proyectos de empleabilidad que se promuevan en la zona cosechen éxitos que traigan población y riqueza a largo plazo en nuestros pueblos es este. Durante décadas hemos sufrido inversiones que nos han permitido gozar de municipios cuidados, con muchas infraestructuras municipales bien dotadas (desde pistas de padel hasta polígonos industriales o servicios esenciales como residencias o centros de día). Muchas de esas infraestructuras, sin embargo, no han servido para asentar población porque no consistían en proyectos de empleo, porque su ejecución venía dada por las prisas para cumplir plazos y evitar perder la subvención, o porque realmente muchos pueblos no sabían a qué dedicar el dinero. Hay ejemplos de éxito, pero son demasiado escasos. Urge una estrategia global, consciente de todos los recursos existentes e inexistentes, así como conocedora de las potencialidades y de las personas que habitan nuestro entorno capaces de invertir y emprender proyectos con ilusión. Competir empresarialmente desde nuestros pueblos es muy difícil, ninguna subvención logrará el éxito, si bien es cierto que contribuye a él. Bien lo saben por ejemplo los grupos de acción local que gestionan fondos leader, cuya tremenda labor conoce bien la realidad de la gestión de las ayudas públicas y del día a día de nuestros emprendedores. Hace falta mucho más para impulsar el empleo y revertir la despoblación. Urge un ente coordinador de las iniciativas creativas, basadas en lo local y, sobre todo, con personas que sientan arraigo.

Editorial