Se llama «Ecosofía» a la manera de conocer, entender y convivir con la compleja red interactiva de vida que cubre el planeta. Así la definió Raimon Pannikar, un erudito filósofo de las religiones que había vivido en la India durante decenios y vestía como Ghandi (y en ciertos temas pensaba y hablaba como él). Le conocí ya casi al final de su vida en su residencia de Tavertet, un pueblito de la comarca de Osona, en las Guilleríes, rodeado de montañas escarpadas, valles deliciosos, cascadas (la del Molí Bernat es muy bella) un pantano y precipicios (o «cingles») por doquier. El mejor lugar para empaparse de ecosofía.

El término proviene de dos palabras griegas, el prefijo «eco» que es «oikos» (casa, hogar) y «sofía» que significa sabiduría. Por tanto la palabra «ecología», es un entramado de relaciones razonables y lógicas para la supervivencia de nuestro hogar; economía, viene de «nomos» que es la regla para gobernar y administrar el hogar e impedir la ruina. En estos conceptos con el prefijo eco, oikos, es esencial saber que no tienen sólo el significado de hogar familiar, ni de pueblos, provincias o países: el Hogar al que se refieren es nuestra Tierra, el conjunto de seres vivos y aparentemente no vivos que constituyen los tres reinos de la Naturaleza que estudiábamos de niños, el animal, el vegetal y el mineral. La física cuántica ha diluido las fronteras entre lo que consideramos «vivo» o no. La neurología y la psicología biológica terminaron con la exclusividad humana de lo que llamamos inteligencia. Y la filosofía y las ciencias naturales nos han demostrado (cosas que se sabía desde muchos siglos a.C. y aún saben en algunos -y ya casi desaparecidos- pueblos llamados «primitivos») que todos los seres vivos formamos parte de un Todo y que nuestras acciones tienen efectos que afectan a ese todo, de los que no somos los monarcas absolutos, sino una parte minúscula, vulnerable y estúpida que está provocando una crisis total en el planeta. Y eso es justamente lo que la Ecosofía trata de evitar, aunque sin suficientes poder, medios, ni proyección mediática para cambiar las cosas. Y así estamos.

Alberto Díaz Rueda